La Nueva España » Cartas de los lectores » La churre de La Isla

La churre de La Isla

4 de Abril del 2015 - Francsco Javier Balaguer Salgado (Colunga)

En un lejano país existió hace muchos años una oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura. Esta fábula de Monterosso ilustra lo acontecido durante estos días cuaresmales en La Isla y sacude la rutina y placidez de las gentes de mi querido pueblo de adopción. Y es que en estos tiempos que corren de individualismo y atomización de las familias, de las mujeres y hombres que componen una pequeña comunidad, manifestaciones de apoyo como la que se han producido estos días con alguno de sus miembros hacen concebir esperanzas de que no se han perdido del todo los valores de solidaridad, de afecto y de ayuda mutua que deben adornar a los ciudadanos de bien. Así el pueblo de La Isla, como Fuenteovejuna, todos a una, ha respondido a lo que ha considerado una agresión, investida, por supuesto, de la legalidad, pero carente de ética, contra los intereses de una familia que, de generación en generación, viene explotando un negocio de hostelería que constituye su propio sustento. Sin embargo, como la biología no necesariamente condiciona la bonhomía de las familias, así el comportamiento individual de un miembro no debe afectar para nada a su conjunto, cuando en el caso que nos ocupa éste pertenece a una familia ejemplo de lo que deben ser las buenas relaciones entre las personas y de cuya honestidad intachable manifestada en toda su dilatada vida en esta comunidad vecinal es un claro exponente. Por eso entiendo que se sientan molestos y pidan disculpas. Así lo han hecho públicamente, pero que sepan también que los que nos manifestamos ayer en La Isla no queremos que estén tristes, ni mucho menos se sientan avergonzados, y que tengan presente que para la inmensa mayoría de los residentes habituales y ocasionales del pueblo, que les profesan un merecido aprecio y respeto, no necesitan disculparse. Por gracia o por desgracia. como evidencia el corolario de la fábula del escritor guatemalteco, en ocasiones son necesarias situaciones difíciles para ejercitarse en los valores que deben presidir las buenas relaciones entre la gente. Dicho esto, sólo me queda resaltar el carácter totalmente pacífico y civilizado de las personas que, haciendo uso del derecho que los ciudadanos tienen a manifestarse públicamente y sin ningún tipo de coerción ni menos imposición, sabedores de que la ley ampara la libre concurrencia de cualquier persona a la puja por la explotación de este espacio público, demostraron sus preferencias por las personas que hasta la fecha han regentado este negocio hostelero. Decía Adam Smith que para que el funcionamiento del mercado libre no perjudicase las buenas relaciones humanas es necesario un comportamiento ético de las personas, de las empresas, de la sociedad en general. En este sentido, el sistema capitalista a lo largo de casi dos siglos de existencia ha fracasado estrepitosamente tanto en cuanto que la mano invisible que se suponía pondría las cosas en su sitio creando por sí sola situaciones de estabilidad y progreso no se ha comportado como tal. Al contrario, la obsesiva desregularización del mercado derogando toda regla que intente humanizar su comportamiento ha devenido en el hecho fatídico de que la libre competencia lo ha convertido en un campo de batalla en el que sobrevive el más fuerte en detrimento casi siempre del más honrado. Los economistas académicos nos hablan de esto en términos de macroeconomía, palabreja que por sí misma nos aleja de la realidad cotidiana al ofrecernos los grandes datos, que nada ayudan nuestra comprensión de andar por casa. Pero, a veces, surgen en nuestro entorno situaciones que nos colocan de repente en la realidad de estos asuntos. Así, podemos ver cómo en una comunidad pequeña como es nuestro pueblo de La isla, un empresario asistido por el poder que le confiere su dinero es capaz de, al amparo de la ley, acaparar todo el mercado, llevándose por delante cualquier principio de competencia y, sobre todo, arrebatando de las manos de una familia honrada y trabajadora que dedicó muchos años a levantarlo y darle prestigio un negocio hostelero que, además de ser su sustento, ofrece a la comunidad un servicio de una calidad humana que rebasa los límites de sus propios intereses. Ante estas situaciones, a las personas honradas no les queda más que el derecho al pataleo. Así que hasta donde nos consienta la reciente "ley Mordaza", gritaremos y nos manifestaremos hasta la extenuación.

Cartas

Número de cartas: 46070

Número de cartas en Octubre: 8

Tribunas

Número de tribunas: 2087

Número de tribunas en Octubre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador