Sugiriendo una nueva leva
En este año en que vivimos, pleno de calamidades económicas y meteorológicas, pienso que alguna podría haber sido evitada si en la última legislatura se hubiera usado de mayor prudencia, al actuar con acciones que muchos españoles interpretamos como provocaciones. Así, la colocación por parte del entonces presidente Aznar de sus zapatos en las islas Azores y sobre la mesilla del presidente norteamericano Bush (q. e. p. d.) urdiendo quizás una relajación que en aquel momento no tenía, tras aceptar la intervención armada de España en Afganistán ante la invitación de la ONU, comprometiendo a miles de españoles en filas.
Quedaban así trasnochadas, en cierto modo, decisiones como la supresión del servicio militar obligatorio y alguna más. Por otra parte, y la legislatura que hoy toca tampoco se quedaría manca en extremosidades como, pongamos por caso, el empeño de José Luis Rodríguez Zapatero de negociar lo innegociable con ETA y los catastróficos resultados obtenidos y el empeño del mismo en dar cuerda a los segregacionistas catalanes, con sus empeños independentistas. Aparte queda su afán de vivir como el perro y el gato ante el PP, sus controvertidas decisiones económicas y sus pertinaces afirmaciones, que a muchos españoles, incluso sin ser del PP, les parecen dignas de sinvergüenzas que han entrado en la Historia. Todo esto nos duele a bastantes que todavía vivimos el mundo ideal de una democracia sin consagrar, desde el momento en que ésta se sostiene en una Constitución que, a los treinta años cumplidos, se ha quedado obsoleta y que habría que reformar o actualizar mañana mismo, con ZP o a quien toque heredar su Presidencia.
Podríamos traer a cuento también algo que no se ha hecho y es urgente que lo proponga el actual Gobierno de ZP o quien le suceda, aunque no sea de su mismo ideario o catadura. El caso es que se trataría de legislar para que el próximo año (2010) exista una leva legal que permita funcionar, incluso como ensayo o prueba, a unos miles de españoles, entre los 15 y 21 años, para movilizarse y actuar en fechas previstas y en las distintas comunidades peninsulares ante los incendios que se provocan -voluntaria o involuntariamente- en distintas estaciones del año a lo largo y ancho de nuestro Estado-nación. Incendios en los que la naturaleza se impone, casi siempre, al hombre, con cientos de miles de toneladas calcinadas.
La creación o movilización de esta leva sería, desde luego, más fácil que la creación de nuevo de un servicio militar obligatorio, teniendo en cuenta la edad de los afectados, recién terminado el Bachillerato, y más si se procura que sea proporcional la llamada a filas de la misma a la población de las comunidades afectadas, a la vez que vecinas.
A muchos les parece ésta una idea de Perogrullo indigna de ser considerada por nuestras autoridades, pero, a mi humilde entender, no hay otra solución para imponerse al fuego. Creo, por otra parte, que no estaría mal consultársela a Su Majestad el Rey. Naturalmente, su elaboración y puesta en marcha traería consigo colaboraciones obligatorias, a la vez que voluntarias, pero también indemnizaciones justicieras. Se tendría en cuenta en su promulgación el siglo que vivimos; el cambio climático, cada vez más evidente y que la leva en cuestión forzara a que el español medio no abandonase con tanta inconsciencia el cuidado de los campos, que sólo son estériles cuando se les descuida, pero también la importación de miles de cereales y géneros alimentarios, incluso suntuarios, que desestabilizan toda la balanza de pagos.
En este año en que vivimos, muchos han quedado tristemente sorprendidos con los mapas de España, reproducidos mayormente en la prensa, señalando las zonas y regiones afectadas, que quizá no sean las que podamos conocer en el futuro, aunque no se descarte que puedan aumentarse en las próximas décadas, si no se pone remedio a tiempo a una catástrofe peninsular que tiene el mismo arreglo, quizá, que el déficit económico que nos toca vivir.
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