Fernando, peque
El espíritu busca, pero el corazón es el que encuentra.
Pascal
Quién no ha tenido aún a una renacuajilla/o en brazos? Fernando (13 meses) todavía era un pequeñajo, pequeñajo, pequeñajo, aunque ya gateaba y en un abrir y cerrar de ojos trepó a un sofá de casa (en la que no estaba solo) situado bajo una ventana abierta desde la que se precipitó al vacío desde un tercer piso, como habéis leído, hemos leído en nuestro periódico del recién pasado sábado.
A todos nos aterra la muerte de los niños, ¿verdad? Estamos absolutamente de acuerdo con quienes tienen claro, clarísimo, que con ellos mueren demasiadas cosas -no una sola vida-, sino las que iban a venir: la del adolescente y el joven y el adulto y el viejo: todas. Años ha, Antonio Gala escribió: "Teniendo en brazos a un renacuajillo desvalido, pensé que qué lógico sería que las madres, con poner las manos sobre los hijos que acaban de salir de sí mismas les pudieran sanar y serenar y consolar...".
Amables lectores, despedida y cierre, 13.13 horas exactamente. Parece que el buen tiempo va a asentarse. Subimos al club de campo del Centro Asturiano, donde siempre lo pasamos de cine, vamos, mejor imposible.
Punto final. Vosotros y nosotros, al respecto apuntado sobre los niños, pensamos y sentimos lo mismo que Gala, a que sí. Para ti, Fernando, peque, caricias, y, asimismo, para tus papás, hermanos y todos los tuyos.
Érase una vez.
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