En defensa de las manos del fisioterapeuta
En el periódico del domingo 5 de abril, en la página 10, aparece un artículo de índole claramente comercial sobre las virtudes de un robot inteligente capaz de hacer masajes terapéuticos, en contrapunto a las manos de un mortal fisioterapeuta.
No seré yo quien, como profesional fisioterapeuta, haga un discurso en contra de la investigación científica que ayude a proyectar nuestra profesión. Ahora bien, el señor que suscribe la carta se equivoca absolutamente en sus “razonamientos” o en su intento de autobombo. Qué pena que para vender un producto haya que desprestigiar una profesión que si de algo puede jactarse es del trato personalizado con el paciente; al menos así lo entiendo yo tras 21 años de profesión. Qué pena que la mano humana, tan sensible, se canse tanto al dar masajes, como usted dice, y que sea mejor (desde el punto de vista comercial) suplantarla por un robot que no necesita descanso. Qué pena que ni siquiera tenga en cuenta al sexo femenino, mayoritario en esta profesión, que seguro que realiza tratamientos incluso en los países árabes, aunque desde su peana le sea difícil divisarlo. Si sus manos de fisioterapeuta denotan la misma sensibilidad que su discurso comercial, no me extrañaría que sus pacientes prefiriesen ser tratados por un robot.
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