Al ídolo con los pies de barro quebrados...

No le queda más remedio que ver pasar de largo la locomotora europea. Nada más cierto y predecible: el atrevido vuelo del intrépido puede convertirse en una caída libre.

Aunque algunos se muestren sorprendidos; no es sorprendente, es consecuente. Hace más de cincuenta años la constitución de la UE proclamaba la importancia de la FP permanente para el desarrollo industrial, sin embargo, aquí se menospreció, y se menosprecia, a este concepto formativo que se fundamenta en la precariedad que llegan a sufrir los conocimientos debido a la dinámica de las actividades productivas y que convierte a esta formación en la estructura más importante para el desarrollo. Pero aún hoy en día, nos mantenemos ignorantes de esa importancia e incluso de esos conceptos. No somos capaces de admitir lo atrasado de nuestro modelo formativo basado en la concepción única de una FP inicial, cuando, en realidad, hay tres: la inicial o académica, la FP permanente de carácter ocupacional para el empleo, y la que transcurre en el propio puesto de trabajo y se adquiere por medio de jefes y compañeros. Esto es: los conocimientos propios de la formación inicial (los cimientos y estructuras de hormigón armado de los edificios); las destrezas propias de la formación para el aprendizaje permanente (los tabiques y demás equipamientos de una vivienda); y las competencias propias de la formación en la empresa y en el propio puesto de trabajo (los muebles con que equipamos la vivienda). Todos ellos conforman lo necesario para la empleabilidad (habitabilidad de la vivienda). Pero en este país, al Marco Europeo de Cualificaciones para el 'aprendizaje permanente', no se le considera, y, en lugar e interpretar correctamente sus ocho niveles profesionales, se considera como una gran novedad los cinco niveles profesionales que se habían establecido en 1985. Todo eso que se habla ahora de Bolonia no es mas que la forma de configurar y homologar un modelo formativo europeo dentro de ese marco y consistente en establecer: grados (formación inicial) para afianzar conocimientos; postgrados (formación de carácter ocupacional en busca de la empleabilidad) para afianzar destrezas mediante el aprendizaje permanente; y, por último, autonomía y responsabilidad (adquiridas en el propio puesto de trabajo) para afianzar las competencias que, en el caso del EEES, nos lleven a la investigación y a la excelencia del doctorado de nivel 8, y, en el caso inferior, al oficial de 1ª de nivel 4.

No le busquen tres pies al gato, busquen al tripartito: Sindicatos, Patronal y Administración. Allá, por el final de los setenta, decidieron que la formación profesional permanente que estaba en el Ministerio de Trabajo no se realizaría preferentemente con medios propios y sí mediante centros colaboradores. Y con la aquiescencia del Ministerio de Educación y Ciencia, comenzó la persecución y el menosprecio a la FP ocupacional e incluso a su concepto. Como prueba, fíjense en lo que les ha ido sucediendo a sus docentes desde hace 25 años. En 1984 una ley declara que: 'son funcionarios docentes: los del Ministerio de Educación y Ciencia'. Y... ¿Qué pasa con los funcionarios docentes existentes en el Ministerio de Trabajo cuya función era impartir cursos de la FP de carácter ocupacional? ¿Se acuerdan de cuando una ley nazi proclamaba como ciudadanos alemanes a los de raza aria obviando la ciudadanía de otras razas de ciudadanos alemanes? Pues eso... Unos quedaron como indocentes y otros exterminados. Pero ¡ojo! Que cuando fueron transferidos al Principado de Asturias, los indocentes fueron degradados y declarados a extinguir. Y los centros propios, tanto los fijos como los nacionales, quedaron únicamente con expertos docentes. Pero ¡atención! Que éstos (grandes profesionales con décadas de experiencia) lo están teniendo complicado. Miren ustedes: Si hay profesionales de la docencia que deban tener reconocimiento y fijeza en su trabajo, esos son los docentes de la FP permanente para el empleo. O, sino: ¿cómo se va a luchar por el buen empleo de otros desde el precario empleo propio? Éstas son las incoherencias de nuestro fracasado modelo.

Todo esto es responsabilidad de todos. No podemos ignorar que la mayoría de las cosas que compramos son producidas fuera. Luego: ¿qué vamos a producir a cambio?, ¿acaso son competitivos nuestros actuales productos?, ¿tienen valor añadido? ¿Debe el trabajador pensar y ser fuente de innovación mediante el aprendizaje permanente? Los fondos europeos para formación que debían haber sido un medio, se fueron quemando convertidos ellos mismos en un fin.

¿Estamos haciendo algo para cambiar todo esto? ¡No! Pero seguimos castigando a los profesionales que trabajan y trabajaron en contra de todo ello buscando un ídolo sin pies de barro. Será difícil coger el tren sin corregir todo lo concerniente a la FP permanente.