Nada preocupa

22 de Abril del 2015 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Y es una suerte, ¿o una inconsciencia? Suerte, porque toda preocupación es desasosiego; inconsciencia, porque sin preocupación, cuando menos te lo esperas, surge el desastre. No se puede vivir angustiado y desasosegado, pero tampoco sin atención. Los políticos suelen ser abogados o economistas, pero no científicos; no obstante, alguno habrá. Los ciudadanos deberíamos estar atentos a las opiniones de los científicos, porque nuestro futuro depende de decisiones políticas que, divorciadas de las realidades científicas, nos llevan a un desastre, y no a la larga, sino a la corta, que, dada nuestra globalidad, será una hecatombe. No sé si estamos en la tercera revolución industrial o en la cuarta, pero la siguiente, parece ser, sólo será revolución. No estamos atentos.

En 1956 Alfred Weber, hablando sobre la consecuencia de la máquina y los robots, nos avisaba de que: la dominación del tiempo libre generaría una sociedad sensacionalista. La gente busca sensacionalismo, la máquina genera desempleo y la energía se gasta sin sentido: ¿volveremos a la esclavitud del músculo con parias en el vertedero?, ¿o defenderemos máquina, libertad y actividad responsable? El ocio, y no el futuro, ha resultado ser el motor del desarrollo tecnológico. Los aviones llevan más inactivos turistas, que viajeros en activo. Tal hecho impulsa nuestra economía, promueve un gran desarrollo tecnológico de Aves y aviones, y requiere de cuantiosos recursos. También en 1956, M. K. Hubbert nos avisó sobre el pico del petróleo y sus consecuencias sobre nuestra civilización adictiva y confiada. ¿Estamos atentos a ello?

Fue en 1972 cuando el Club de Roma nos alertó sobre “Los límites del crecimiento” a través de la profesora de Dinámica de Sistemas del MIT, Donella Meadows. Después, Adam Schaff (único miembro marxista del Club de Roma) vaticinó que la máquina no sólo mata al obrero, sino que irá a por el empleado y el investigador sino se aprende a correr junto a ella. Matthew Simmons, alejado de todo perfil revolucionario o marxista, advirtió sobre lo acertado del Club de Roma y afirmó: “Nos hemos encajonado a nosotros mismos”. Así que, sin salida, seguimos con nuestro sistema y sin prestar atención.

Kjell Aleklett, profesor de Física en la Universidad de Uppsala y político sueco, nos dice: “Es muy difícil para cualquier político admitir que algo está mal y que tendría que hacer algo al respecto. Pero, si hiciera eso, otro político vendría y diría: ‘No hay problema: votadme a mí y podemos seguir tan tranquilos como hasta ahora’”. Con tranquilidad y sin zozobra, seguimos votando.

No es noticia, pero suele verse en las películas, cómo el editor suele decir: “Eliminad esa historia: nos quita anuncios y produce desazón”. Degollar en aras de la barbarie vende, pero avisar de la hecatombe, no vende nada. En Asturias, con un desarrollo sostenible, volviendo al campo y a lo local, podríamos organizarnos si estuviésemos atentos a enfocar lo esencial: alimentarnos. Con la carestía del petróleo, el kilométrico global desaparece y sobreviviría el métrico local. ¿Quién quiere quemar energía? Fred Hoyle no quería, quería fusión nuclear. ¿Habrá tiempo para sostener la máquina? o ¿somos sólo el tiempo que nos queda? Salvad al mundo, yo paro en la próxima.

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