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La Pascua Florida

14 de Abril del 2015 - José Fuentes y García-Borja (Oviedo)

La Pascua de Resurrección o Florida es la fiesta principal de Jesucristo, Nuestro Señor; es el acontecimiento de importancia única de la vida de la iglesia y en la historia de la Humanidad.

Nuestro ser cristiano es fe en la Resurrección de Jesús, pero lo hemos identificado sólo con la cruz. Los paganos veían alegría en los nuevos cristianos hondamente felices. En sus rostros veían la Resurrección de Cristo... ¿Quién ve hoy la resurrección en el rostro de los cristianos? ¿Hemos visto el triunfo de Cristo como propio o dudamos como tantos? En efecto, toda la grandeza del cristianismo se basa en la realidad de ser Cristo el hijo de Dios. Afirmación tan asombrosa necesitaba pruebas asombrosas, irrebatibles, evidentes. Éstas fueron ver los milagros de Jesús; el de su Resurrección fue y es el más necesario de todos.

Muerte y Resurrección que el Señor anunció y profetizó repetidas veces ante amigos y enemigos. A algunos de ellos no les dio otra garantía que su divinidad. Bien lo recordaban los fariseos, que fueron a Pilatos a pedir guardias para vigilar el sepulcro sellado (Mat. 27,63). Por eso, estos soldados fueron los primeros testigos de la Resurrección de Jesús, y los apóstoles y otros discípulos que, tras ver y tocar a Cristo, afirmaban “nosotros somos testigos”. Lo repetían en todas partes: lo mismo ante los judíos de otros países que acudían con motivo de la fiesta de Pentecostés, que frente a las potestades que sentenciaron al Señor. Éstas no pudieron negar el hecho, ni lo pretendieron siquiera. Con San Pedro y San Juan hemos entrado en el sepulcro vacío y creído en la Resurrección anunciada por Jesús. Nadie encontró el cadáver tan buscado por materialistas y ateos; y, si un grupo de judíos lo hubiera robado, lo hubieran mostrado en seguida para demostrar la falsedad de su Resurrección, pero las vendas y el sudario que hubieran desaparecido con su caadáver robado, estaban allí; además, eso fue imposible, porque el Derecho romano prevé la segura vigilancia de los centinelas con fuertes castigos o la muerte, amén de que ellos quieren guardar su honor y su paga. La guardia montada día y noche hizo realidad su Resurrección incontestable.

Uno de los más acérrimos enemigos del cristianismo, el racionalista Strauss, reconoció que aquellos apóstoles con dudas y miedos nunca hubieran fundado la iglesia de no haberse persuadido de la Resurrección de Cristo fortalecidos por el Espíritu Santo, cincuenta días después de Pentecostés. Y también nuestra resurrección, que ya la vislumbraba el Santo Job, cientos de años antes, cuando decía: “Yo sé que mi redentor vive y que ha de resurgir del polvo de la tierra. Yo mismo lo veré con mis propios ojos. Y no hay quién me arranque esta esperanza, anclada en lo más hondo de mi ser” (Job, 29, 25...). Ydice San Pablo: “El señor dará también vida a vuestros cuerpos...” / Rom, 8, 11). ¡Jesús resucitado es la esperanza de nuestra resurrección futura y la de todos los hombres y mujeres de buena voluntad

José Fuentes y García-Borja, canónigo de la Catedrall, Oviedo

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