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El regreso de Felipe González

14 de Abril del 2015 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

Los socialistas son perfectamente conscientes que los resultados electorales de Andalucía no se pueden extrapolar a otras CC AA. En esa región, tras mas de 30 años de Gobierno, se ha construido un régimen que solo sobrevive gracias al clientelismo y ni siquiera los escándalos y los fraudes monumentales, como el de los Eres falsos, han tenido casi repercusión electoral y no parece importar a los que viven del cuento que dos expresidentes socialistas estén imputados por graves delitos. Pero, el resto de España no es Andalucía y fuera de allí no servirán los discursos ridículos, como los de Susana Díaz, para encandilar al electorado. Tampoco están los socialistas en el Gobierno de la nación y no podrán ahora, como hacía Zapatero, vender el oro del Banco de España para pagar 2.500 euros por nacimiento, sin discriminación por renta, o dar 400 euros del IRPF, es decir, comprar el voto de los ciudadanos con su propio dinero. Por eso no se les ha ocurrido otra cosa que desempolvar a Felipe González, pasearlo por las televisiones, radios y periódicos afines y, después de contarnos a los españoles que fue un gran estadista, que bendiga a Pedro Sánchez y que pida el voto para en enésimo falso cambio.

Muchos españoles jóvenes, que no están de acuerdo con las políticas neoliberales, con los salarios de miseria y con los recortes del PP, y que piensan votar con el cuchillo entre los dientes, todavía tienen frescas en su memoria las fechorías de Zapatero, como bajó un 5% el salario a los funcionarios, como congeló las pensiones y como elevó la edad de jubilación hasta los 67 años, pero saben poco o nada de Felipe González, el que ha salido a hacer campaña con el nuevo secretario general. Permítanme contárselo brevemente:

Cuando el general Franco agonizaba y su dictadura estaba en las últimas, los poderes fácticos, interiores y exteriores, diseñaron un nuevo escenario donde, como en el resto de países occidentales, habría un partido conservador y otro socialdemócrata, para entendernos, uno de derecha y otro de pseudoizquierda, que garantizaran que sus intereses estuvieran bien guardados. En España, como en Portugal y en Italia, había un partido comunista fuerte, que había crecido en su lucha por la democracia, y que constituía un peligro. Los socialistas, que no tenían ni cuadros políticos ni estructura, enseguida fueron amamantados. Recibieron dinero judío, de la socialdemocracia alemana (SPD) y hasta del primer Gobierno que presidió Adolfo Suárez. Promocionaron a González y a esa promoción se unió el secretario general de la UGT, Nicolás Redondo, proponiéndole, en el Congreso de Suresnes (Francia), celebrado en 1.974, como secretario general del PSOE. Fue el mayor error de su vida, como confesó años mas tarde.

En el año 1.982 los españoles, hartos de Gobiernos derechistas, dieron su confianza al PSOE, que ganó las elecciones generales con mayoría absoluta, y Felipe González empezó a hacer de las suyas. Engañó a los españoles en el asunto de la OTAN (son palabras suyas no se puede estar en la UE sin estar en la OTAN) cuando, como el que luego sería secretario general de la Alianza Atlántica, Javier solana, se había manifestado reiteradamente en contra de ingresar en esa organización militar. Decretó la moratoria nuclear que costó la friolera de 930.000 millones de pesetas de 1.983 y que ha convertido a España, junto con Chipre, en el país con la electricidad mas cara de Europa. Sus ministros, Boyer y Solchaga, también a las órdenes del gran capital, privatizaron RUMASA, una exigencia de los bancos, y crearon los contratos basura que precarizaban groseramente el mercado laboral. También empezó González la política de privatizaciones de empresas rentables del Estado que luego concluiría Aznar. Durante sus otros dos Gobiernos España, sin mandato del Consejo de seguridad de la ONU, envió aviones F-18 (se basaron en Aviano, Italia) a bombardear Yugoslavia y proliferaron la corrupción y los escándalos, como el de Mariano Rubio, el BOE, Roldán, etc. Lo mas grave, como denunció en su día Julio Anguita, fue que Felipe González se convirtió en el señor X, el jefe de una organización terrorista diseñada por su Gobierno para atentar contra ETA y que secuestró y asesinó a gente que nada tenía que ver con el terrorismo. Toda la cúpula de Interior fue a parar a la cárcel, pero González no dio la cara.

En las elecciones de 1.996 el PSOE perdió las elecciones, pero Felipe González tenía su futuro bien asegurado, por su buena pensión del Estado y porque utilizó lo que se dio en llamar la puerta giratoria, enchufarse en las mismas empresas que había privatizado con un salario millonario. Hasta tal punto llega su desfachatez que hoy es vocero del lobby nuclear europeo, cuando todavía seguimos pagando en el recibo de la luz su moratoria nuclear.

Aquel joven falangista, que desfilaba por las calles de Sevilla, brazo en alto, cantando el Cara al Sol, engañó a mucha gente, incluidos socialistas honrados. Ahora, de la mano de Pedro Sánchez y de los mismos valedores de entonces, ha regresado.

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