Las lámparas del señor Sebastián
En LA NUEVA ESPAÑA del pasado día 25, Antonio Lorca hace referencia a la ya famosa lámpara que por disposición del ministro de Industria, señor Sebastián, se viene repartiendo, dando así cumplimiento a una promesa hecha alrededor de las pasadas elecciones. Por una parte, parece no tener gran éxito, ya que gran número de españoles no las recogen, a pesar de la gratuidad, quizá porque valoren en poco, o porque lo hagan en la misma medida o en forma distinta que el señor Ministro, que en el envase lo llama «Un pequeño gesto para ti. Un gran gesto hacia todos». Yo no sé si entre los cálculos de 1.200 millones de euros de ahorro (el 2.500% sobre 50 millones), y que se atribuyen al señor ministro, se habrá tenido en cuenta lo que de mayor gasto tendría para los usuarios la utilización de esta lámpara de 18 W equivalente a 100 W de las antiguas.
Las lámparas de bajo consumo que desde hace tiempo se utilizan en la mayoría de hogares españoles oscilan entre 5 y 15 W, y equivalen a 15 y 75 W de las antiguas. Si en el mejor de los casos, suponemos que las de 15 W fueran sustituidas por las 22 millones de 18 W que ahora regalan supondría, como mínimo, un mayor consumo por hora de 3 W x 22 millones, o sea, 66 millones de W/hora, que pagarían, como es natural, el ocupante de la vivienda.
Supongo que estos cálculos fallarán, como los realizados por el señor ministro, porque parece que no existe mucha disposición de aceptar el regalo.
Hay, sin embargo, algo que me gustaría me aclararan. En la información a la que me estoy refiriendo, se habla de 22 millones de lámparas, y el coste total de la operación, incluida distribución, de 50 millones de euros. Sin embargo en el teletexto de TVE TV2 L 06 julio 2009 13, 24,17, se decía «Se entregarán gratis 20 millones de lámparas de bajo consumo, siendo el presupuesto total de la operación 137 millones de euros. Yo había realizado mis cálculos con 20 millones de lámparas (cifra que teniendo en cuenta el censo de población último es muy aproximado al posible de hogares), y utilizando como precio el que figura en cualquier tienda del ramo o supermercado, en el que se incluye beneficio industrial del fabricante, del comerciante, del distribuidor e impuestos, me resultaban 75 millones de euros. Me preguntaba qué sería de los 62 millones restantes. Ahora parece que hay que operar sobre 22 millones de lámparas y 50 millones de gastos totales –pequeñas desviaciones en (+/-) a que nos tienen acostumbrados los cálculos de los grandes presupuestos.
Y para terminar. No deja de sorprenderme que para ayudar a resolver la crisis en España, con cuatro millones de parados, haya que regalar a sus habitantes un producto «fabricado en China», según se puede leer en la citada lámpara. En cuanto a la emisión de CO2, si con tres millones de lámparas se evita la emisión anual de 101,8 toneladas, ¿cuántas se evitarán con las decenas de millones de lámparas que, desde hace años, funcionan en nuestro país? Sin embargo, las compañías eléctricas nos informan al dorso de la factura mensual que «el impacto ambiental de la electricidad depende de las fuentes energéticas utilizadas para su generación».
Vienen a mi memoria los versos del obispo Palafox (1600-1659) dirigidos a un personaje de su época: «Marqués mío no te asombre / Ría y llore cuando veo / Tantos hombres sin empleo / Y tantos empleos sin hombre».
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