Alma de escritor y de poeta
No puedes menos de sentir una profunda gratificación en el espíritu, cuando te encuentras, en tu repaso diario a tu periódico de cada día, con noticias que resultan reconocimientos gratos a los méritos y aportaciones de tus amigos, que practican el noble oficio de las letras. Amigos que han venido fatigando las prensas, como se decía de los escritores, cuya producción acababa resultando voluminosa, no sólo por los muchos volúmenes aportados al acervo de la literatura, sino porque el volumen espiritual e intelectual de sus escritos supera con creces a lo materialmente cuantioso de sus libros.
Son bastantes los años desde que he conocido a Albino Suárez. Empecé a frecuentar su trato a través de la ASPET, la entrañable Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo. Admiré desde entonces en Albino su bonhomía, su apertura a múltiples facetas del mundo literario, igual en poesía que en prosa, lo mismo en el género lírico que en el dramático, en la historia que en la etnografía, en las variadas facetas del periodismo que en las temáticas plurifacéticas del diario devenir.
Así lo he descubierto desde mis primeras relaciones con Albino. Los ingleses quizá lo diagnosticaran como "hombre que se ha hecho a sí mismo", otros lo definirían como un autodidacta, para algunos quizá lo hayan visto como un intruso en el ámbito de las letras, porque lo suyo parecía estar entre la lámpara y el picachón con que arrancar de la tierra los veneros de carbón, que, ávidas, guardaban las minas de su tierra lavianesa. Podría replicárseles a los tales que valoraban en poco su tesón y su entrega al mundo de lo literario: "Pero ¿dónde está escrito que la mina y el carbón estén reñidos con las prensas de Minerva?". Ahí quedaba y queda y perdura la labor perseverante de Albino para dar un solemne mentís a tal apreciación. Escribió y escribió con dedicación trabajosa. Muchas cosas supo hacer bien, no cabe dudarlo. Pero, sobre todo, lo que de sí es suficientemente elocuente es que Albino supo escribir siempre bien.
Subtítulo: El tesón de Albino Suárez, un lavianés de Tiraña
Destacado: Pocos podrán exhibir parigual palmarés y, sin embargo, bien puede permitirse ese pequeño acto de vanidad: ochenta y dos libros y 82 años
Acaba de cumplir 82, con igual espíritu juvenil que el de los años primeros, en que sus dedos estaban más avezados a los útiles de la mina que a la pluma, que después se tradujo en la humilde Olivetti, que le acompañó hasta asomarse a los logros de la electrónica: todo ello y siempre para seguir escribiendo. Llegar a sumar años en parigual cuantía que libros escritos es una gloria y una satisfacción, que no puede menos de hacer sumamente estimable la labor literaria de este hombre humilde y sencillo, abierto a oír las noticias de las fuentes de la sabiduría más populares, de las raíces y hondones más enriquecedores para el espíritu, que venían a ser las consejas, las tradiciones, los dichos y los juicios, los refranes y los adagios populares, todo lo que emanara de ancestralidades y de acumulaciones de historias de años, por no decir añejas.
No siempre es posible hacer pública profesión de equilibrar años con libros: 82 años y 82 libros. Provecto en años, rico en sapiencias, abundoso en saberes que sólo la imprenta ayuda a transmitir. Albino Suárez, escritor, poeta, creador literario. ¿Quién puede ofrecer mejor plantel de logros que esos 264 números de la revista "Alto Nalón", a la que acompañó asiduamente como un comprometido amigo, como un fiel compromisario, como un portador de esencias que se transmiten no en pequeños pomos, sino en rimeros de páginas, que ya es necesaria la ayuda de calculadoras para sumar tanta densidad de folios y más folios, en que ha quedado plasmada la vida de una comarca, que otros autores contribuyeron a dibujarla como "Una comarca a punta de lápiz", cual lo hizo Efrén García.
Lavianés de pro lo fue don Armando y perfiló sus tierras lavianesas, sus minas, sus "aldeas perdidas" como nadie lo hizo en la dilatada historia de la literatura. Lavianés, omnipresente en todas las vivencias de su tierra logró serlo Albino Suárez y sus ochenta y dos libros (parece como si escritos así, sin guarismos, hicieran más dilatada esa rica producción literaria que Albino ha conseguido como un legado inigualable para su mundo lavianés, en cuya tierra de Tiraña alcanzó Albino a ver la luz primera).
¡Cuánto me agrada ver, en fotografía para perennidad, a ese Albino de rostro levemente sonriente, de satisfacciones pleno, rodeado de libros, apoyado en ese rimero fecundo de los que absorbieron mucho del tiempo de su vida, cual si los libros le dieran soporte, cosa que así resulta en realidad. Por todo adorno, el encuadre de un premio –¿cuántos no le debería el municipio lavianés, a cuyas memorias y esencias escondidas se dedicó Albino de por vida?– y un retrato suyo con el "Alto Nalón" en su mano. Un portabolígrafos en destacada posición (¿cómo sería Albino sin bolígrafos, sin pluma, sin su vieja Olivetti?) Lo veríamos, sin duda, sin todo eso, como derrotado. Con ello y por ello se nos ofrece, en cambio, pletórico, vitalista, escritor por oficio, poeta eximio en su expresarse, hombre de letras y, para mí, ante todo, amigo entrañable.
Albino Suárez, lavianés de pro, 82 años y 82 libros. Pocos podrán exhibir parigual palmarés. Y, sin embargo, bien puede "permitirse ese pequeño acto de vanidad" –ochenta y dos libros y ochenta y dos años–. Enhorabuena cordialísima, amigo Albino, por ese 82º cumpleaños, por esos 82 libros, que tan fecundamente dan continuidad a tu vida. Seguramente que, en tus ficheros, se almacenan no otros 82 libros, sino 82 veces 82 libros, es decir, muchos, muchísimos con que todavía podrías enriquecer a tus tierras lavianesas. Felicidades, amigo. ¿Para cuándo tu próximo libro? No nos hagas esperar hasta tu 83º cumpleaños.
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