Esa joven llamada España
Cuando la dictadura franquista llegó a su fin, nació la España democrática. Era una España un poco débil, que casi muere un 23 de febrero, pero, por suerte, logró salir adelante. Hasta hace bien poco, España era una niña, y como todo niño, ingenua. Se creía todo lo que le decían sus mayores, hacía alguna que otra gamberrada y poco a poco fue conociendo a otros países, haciendo migas e integrándose en la pandilla, la Unión Europea. El problema es que muchas de las democracias de esa pandilla habían nacido antes que la pobre España y eran más maduras. Alguna que otra manejaba un poco a España. ¡Qué niño no tuvo nunca un amigo mandón! Pero poco a poco, fue creciendo y llegó a su adolescencia temprana. En su mente reinaba el caos. Iba abriendo los ojos, viendo cómo son realmente las cosas, dándose cuenta de las farsas y mentiras que hasta ahora había dado por reales. Sus mayores le habían engañado en algunas cosas. Se sentía sola, triste en ocasiones, se enfadaba a menudo, lo cual desembocaba en verdadera impotencia, también se sentía confusa, abandonada... Además, su cuerpo estaba experimentando cambios, parecía como si cada una de las partes que la componían quisiera ir por libre, ser independiente. Cuando ella aún pensaba en jugar, su útero decidió regalarle la menstruación. Una menstruación llamada corrupción o Mas y la independencia catalana o malestar social o disputas entre partidos (tantos nombres...). Y lo peor es que una vez al mes venía para molestar y recordarle que ya no sería más una niña inocente. Pero, por suerte, la extraña e inestable adolescencia sólo dura unos años. Luego España se hará una mujer adulta, sensata, inteligente, trabajadora. Será capaz de tomar decisiones acertadas y de encarrilar su vida de la mejor manera posible. El caso es si estará ya cerca esa edad adulta o su adolescencia aún será dura y problemática. Esperemos que a nuestra querida España le quede poco para madurar.
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