Siempre ocurre lo que pasa
Pero no todo lo que pasa, es cosa del destino, al que solemos recurrir para justificar nuestra falta de iniciativa. El destino se pudo cambiar en un porcentaje elevado de situaciones si en vez de dejar que las cosas se determinen por si solas, cogemos las riendas y nos comprometemos por nosotros mismos y por los demás, sobre todo por quien no puede o no sabe. Cuando pasan las cosas ya es tarde para lamentos y rectificaciones, es la vida misma cargada de contradicciones, donde impera el egoísmo y el arribismo por encima de valores que nos harían pasar por ella comprendiéndola mejor, asumiendo los contratiempos, errores, enfermedades y penalidades. También dejaríamos a un lado el odio, envidia y rencores. Intentaríamos asumir nuestros defectos, sin rebuscar en nosotros virtudes escondidas, ya que nada es tan frustrante para uno mismo, y antipático de cara a los demás, como querer aparentar lo que no se es. Si asumimos los defectos y limitaciones, esa sería nuestra primera virtud, que no pasaría desapercibida en nuestro entorno.
Solemos de cara a los demás, querer aparentar ser más inteligentes, guapos, fuertes, ricos, etc. presumiendo solo de cosas banales, que serán nuestro peor aliado a la pretensión arrogante y osada de impresionar, queriendo convertirnos en personalidad diferente. Cuando solo tendremos éxito presentándonos tal y como somos, la naturalidad y sencillez es apreciada y mejor valorada, que la altivez.
Todo ello, trae consigo frustración tras frustración, convirtiendo nuestra mente en una competición de fracasos contra nosotros mismos y los demás. Solo asumiendo nuestras limitaciones podremos apreciar el valor que tenemos, percibiendo como real el amor y la amistad.
¿Por qué suelto este silogismo filosófico? porque se aprecia una sociedad que vive como si estuviera para siempre en este mundo, cuando la realidad es que solo estaremos por estos lares poquito tiempo. Quizás mañana alguno de nosotros ya no pueda seguir presumiendo, añorando o amontonando riqueza y poder. Por ello dignifiquen su parcela, denle una razón a su existencia para cuando Dios o el Diablo les reclame no les cueste tanto dejar este mundo, recuerden que nada podrán llevar de valor en ese último viaje, todos sus bienes se quedarán aquí, se lo repartirán quienes desde hace tiempo, les deseaban ese viaje sin retorno.
Si es usted empresario, pague el salario más digno posible y contrate un empleado más de los que necesita si fuera factible, ayudará muy mucho a paliar situaciones de mucho sufrimiento y será recompensado con creces (aunque solo sea su conciencia quien se lo recompense) por su compromiso en los tiempos que corren. Si es usted político, entréguese a mejorar la existencia de los más débiles de esta sociedad, luche hasta la extenuación contra la corrupción, desahucios, las injusticias y el desempleo, comprometa a esas empresas de las que se corrompen sus compañeros a emplear, en vez de regalar; y a participar hasta salir de la crisis un poquito más, pagando algo más de impuestos ¡claro que se puede cambiar el destino! solo falta predisposición. Si es usted inteligente, alto, fuerte, sano, etc. no presuma de ello, ya se le nota. Si es usted un pedante y tonto, lo seguirá siendo por mucho que quiera ponerse caretas, es más, aún lo parecerá en mayor medida. Si es usted un buen médico, solo sus pacientes lo dirán. Si es un mal médico, asumirá las listas de espera, las directrices de un mal consejero de Sanidad y usará los enfermos como barricada para conseguir mejoras personales. Si es usted un recuerde, la vida le aportará más felicidad, si la solidaridad y el compromiso hacia los demás, supera al egoísmo personal. Si así actuáramos todos, remontaríamos crisis y todos cuantos obstáculos se presenten, al mismo tiempo que nos sentiríamos realizados y con el deber cumplido en nuestro paso por esta vida.
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