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Sobre Günter Grass

24 de Abril del 2015 - Ignacio Gracia Noriega (xx)

He leído el interesante y documentado artículo de Luis Meana sobre el escritor alemán Günter Grass, recientemente fallecido. Meana, sin duda, sabe mucho más sobre Grass que yo, que me limité a leerle, hace ya muchos años, y nunca figuró entre los escritores que verdaderamente aprecio. No obstante, temo que Meana se aproxima a un episodio biográfico de Grass con demasiada ambigüedad, refiriéndose a sus sesenta años de silencio acerca de su pasado nazi. Es cierto que Grass confirma ese pasado tenebroso demasiado tarde, no sé si hará sesenta años, más o menos. Pero mucho antes de que ese pasado fuera reconocido por el autor, ya se conocía en toda Europa, y a pesar de ello Grass recibió el archipolíticamente correcto premio “Príncipe de Asturias” cuando su nazismo juvenil no era un secreto para nadie, salvo, acaso, para los miembros del jurado. Yo mismo me referí a él en un artículo titulado “Günter Grass, escritor de posguerra”, publicado en LA NUEVA ESPAÑA el 7 de diciembre de 1999, y del que me permito citar unos párrafos:

“Al producirse el derrumbe militar de la Alemania nacionalsocialista no había cumplido todavía los veinte años. Esto, y el hecho de que por aquel entonces distara de ser un escritor conocido (en rigor, no puede decirse que todavía hubiera planeado iniciar su carrera de escritor), le eximió del engorroso trámite de andar pidiendo disculpas y de intentar demostrar, como otros, que no fue lo que había sido. Tengo la impresión, confirmada por la experiencia del franquismo, de que quien no se opone de forma clara a una dictadura (y en este caso no valen reservas mentales ni discrepancias “in pectore”) es su cómplice. Günter Grass, por su edad, no pudo ser cómplice, aunque haya desfilado con las juventudes hitlerianas: a algunos muchachos, ya se sabe, les gustan los uniformes, o son aficionados al ejercicio físico, o los obligan en su casa”.

La cita es disculpatoria pero confirma que en 1999, cuando le conceden los premios “Príncipe de Asturias” y Nobel, sus veleidades nacionalsocialistas eran del dominio público, aunque por aquel entonces no fueran tan pregonadas como su posterior arrimo a la socialdemocracia. Haber sido nazi era normal en la Alemania nazi, de la misma manera que en la España de los años cincuenta y sesenta, la mayoría eran franquistas o por lo menos no demostraban que no lo eran. Aunque habrá algunos que no formaron parte de las juventudes hitlerianas, de la misma manera que en España hubo también algunos que nunca pertenecimos al Frente de Juventudes. Por lo demás, Grass no era Rimbaud, que antes de los veinte años hizo cosas extraordinarias. Él hizo lo que se solía hacer a esa edad, por lo que en lugar de marchar a Londres con Verlaine se limitó a desfilar con la camisa parda. Y, al cabo, lo que importa es su obra y no lo que haya sido en un pasado muy lejano.

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