In memoriam: Luis Floriano
He tenido la suerte de tratar durantes varios años a Luis Floriano Llorente, Profesor de Literatura en la Universidad de Oviedo y abogado; un tiempo en el que pude comprobar su valía profesional tanto como abogado como filólogo y, sobre todo, como persona y comunicador imprescindible en cualquier tertulia que se preciara de culta y divertida.
Subtítulo: Abogado, filólogo y comunicador imprescindible en cualquier tertulia que se preciara de culta y divertida
Hombre inteligente, tolerante, dotado de un especial sentido del humor, una de sus despedidas habituales era: “hasta mañana si yo quiero”. Nunca dejaba pasar mucho tiempo sin aplicar a la conversación de trabajo un chiste apropiado a cada momento. Luis Floriano, con aspecto de lord inglés, de andares entre precipitados e indecisos, era el paradigma de la intelectualidad, el saber y el trato familiar, que lo hacían ser querido y respetado.
Tal vez por su acentuado apego a la realidad diaria, del trabajo, los amigos y su familia, unido a su alegría natural y su capacidad de disfrute con los hechos más elementales, la vida se celó de su sencillo éxito personal y se vengó de él de una forma maligna, al arrebatarle, por enfermedad, a sus dos únicas hijas, a una edad todavía en la treintena, en exceso jóvenes para llegar a semejante trance. Una situación que él fue asumiendo con una fuerza difícil de definir para una situación tan dolorosa e insuperable en su totalidad, y con un rigor, que, en vez de transformarle el comportamiento, le servía para superarlo, a sabiendas, de que los demás éramos conscientes de su padecimiento interior por aquellas pérdidas separadas muy pocos años entre sí, que parecían impedir la recuperación del primer trance para añadir otro más.
Luis Floriano, como su amigo y compañero de la Universidad, Emilio Alarcos Llorach, practicaba esa guasa pícara de madurez que lo definía y le daba un talante abierto, gentil y sencillo, que siempre daba la impresión de que sabía mucho más de lo que demostraba. Condolencias para su viuda María Josefa Álvarez y el resto de su familia.
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