Trípticos, las estafas del PP a los ovetenses
Estimados señores del Grupo municipal Socialista de Oviedo:
Soy un vecino de esta ciudad que recientemente ha recibido en su domicilio dos trípticos firmados por ustedes referentes a “Las estafas del PP a l@s ovetenses” (sic). Vaya por delante la confesión de que no soy votante del PP (tampoco del PSOE) pero, tras haber leído ambos trípticos, me ha surgido la idea de escribirles para hacerles una sugerencia. Desde mi humilde opinión, gran parte de los ciudadanos de este país estamos cansados de la propaganda política del y tú más. Sinceramente, en sus trípticos veo razones para no votar al PP, pero ni un solo motivo que me mueva a votarlos a ustedes. Hay demasiadas noticias de corrupción en el PP que hacen que desconfiemos de esas siglas, pero no podemos tampoco olvidar nombres como D. Manuel Chaves, D. José Antonio Griñán o, más cerca, D. Francisco González o D. José Luis Iglesias Riopedre, por citar unos ejemplos.
No voy a votar a su partido con el único argumento de que ellos son peores, porque eso no los hace necesariamente buenos a ustedes. Un partido en cuyas filas militen personas que están relacionadas con tramas de corrupción no me inspirará jamás confianza. Un corrupto o sospechoso de corrupción no puede darse de baja del partido voluntariamente, ni ser suspendido de militancia el mismo día que ingresa en la prisión de Villabona. Aunque injusto, los ciudadanos esperamos que se le aparte ipso facto y, llegado el caso de que no se demuestre la culpabilidad (faltaría más que tuviera que demostrar su inocencia), resárzanlo ustedes de cargos, privilegios y sueldos, y otórguenle toda clase de felicitaciones, plácemes y parabienes con toda la pompa y el boato que consideren menester. Pero, como primera opción, apártenlo. Recuerden que no basta con que la mujer del César sea honrada, además tiene que parecerlo.
Y, por otro lado, les pediría que las propuestas electorales que nos hagan a los ciudadanos, además de realistas, sean también vinculantes. De nada sirve proponer, e incluso prometer, ciertas cosas si, después, no se llevan a término por cualquier motivo. Al votar un partido, los ciudadanos estamos votando las propuestas que nos hacen. ¿Cómo es entonces posible que tras conseguir los votos las cambien? ¿Qué sentido tiene, pues, votar? ¿Están diciéndome “Póngame a mí bajo estas condiciones, que luego ya haré yo lo que me parezca”?
Espero que mi carta los lleve a reflexionar y a darse cuenta de que hay muchos ciudadanos, como yo, que esperan de la política otra cosa muy diferente de ésa a la que, lamentablemente, nos hemos acostumbrado en los últimos años.
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