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Monedero, un intelectual de altos vuelos

5 de Mayo del 2015 - Angel Lozano Heras (Oviedo)

Juan Carlos Monedero dimite de sus cargos orgánicos en Podemos. Su amigo Pablo Iglesias lo acepta y el filósofo podemita se va dando portazos. En principio se despidió con tono amargo, en la radio y en los blogs, contra su colega del alma y contra el partido, aunque al día siguiente, en escritos posteriores, suavizase sus críticas.

¿Nos extraña la marcha de Monedero? ¿La esperábamos? Pues sí, y no. Aclarémonos. Existen varias razones para ello, tres en concreto.

En primer lugar, Monedero no gestionó acertadamente el caso de los ingresos, ¬esas vicisitudes dinerarias vinculadas a Venezuela. Dejaron un lastre para él y para el joven partido. Pero luego, su tardía respuesta a las críticas, y sus ambivalentes justificaciones, sus maneras sofisticadas de facturarlas, unido a los enfrentamientos en plan gallito desafiante con Hacienda y Montoro, le han perseguido constantemente. No había superado la cacería mediática lanzada contra él.

La segunda razón es su comportamiento raro, al menos poco ético dentro de la filosofía y moral de Podemos, que él ayudó a crear. No se puede predicar tan alto, creerse en la supremacía moral de las cosas, y luego tener actuaciones rozando casi lo deshonesto. Esto era ya suficiente como para apartarlo, o él dimitir, de sus actividades directivas del Consejo Ciudadano. Estaba claro que Monedero no era un corrupto y su falta fue menor, meramente administrativa. Pero él lo agravó, pues como buen ideólogo, solo practicó el código de boquilla. Con sus clásicos gestos y vocabulario al estilo bolchevique (cual Lenin moderno) en los discursos, manifestaciones y mítines, estaba dejando más que terreno abonado para la crítica de sus enemigos cuando tuviera un desliz o errores tácticos, como los que tuvo. Predicar y cumplir a rajatabla eso es lo que le faltó. Y eso ha hecho mucho daño a los nuevos simpatizantes (supuestos votantes) de Podemos, y a los antiguos (a los que nacieron desde el 15M y a los que se sumaron con las elecciones europeas y posteriores).

Por último, la tercera razón estaría en una divergencia táctica y estratégica con algunos líderes, colegas muchos, a la hora de gestionar el futuro inmediato del partido morado.

Si Monedero solo hubiese reivindicado el espíritu, la esencia del 15M, para que vuelva a regir Podemos, nos parece muy bien. Pero sus compañeros del Consejo Ciudadano Estatal, entre ellos Pablo Iglesias y Errejón, decidieron con la aprobación de las bases podemitas, hacer de Podemos una alternativa política, una formación, no solo una agrupación para quedadas asamblearias y protestas multitudinarias, o una corriente de opinión o un estado de ánimo. El riesgo ya lo sabía bien él: parecerse (no ser) a la casta, recoger votos de antiguos comunistas, anticapitalistas, o desde las alas de IU, hasta del centro izquierda, socialistas, o simplemente parados, y cabreados del PP y del bipartidismo. O sea se decidió en menos de un año formar un partido nacional institucional para poder gobernar ¿Que esto fue un error? ¿Que Podemos nunca debería haber sido un partido político a la española?

El caso es que el supuesto puritanismo de Monedero ahora lo sabemos mejor es ser fieles a la calle, a los desesperados, a los desahuciados, a los preferentistas, a los desempleados, y a algunos pocos más.

Los críticos, junto a Monedero, reclaman volver a la lucha contra la casta, la cercanía a los círculos y la pureza del espíritu fundacional del partido podemita, nacida en el 15M ¿Pero le darían un % de intención de votos como el que tenían hace medio año o ahora mismo? Sí, sumarían algunos votos más de la izquierda radical, pero los perdería por el centro izquierda y los desafectados de IU, PP y PSOE, y de los antipartidos o alternativos, que antes eran militantes de la abstención. O sea, el dilema está en partido para gobernar ya, o esperar (y solo protestar). Monedero y sus seguidores, lo tienen claro, prefieren imitar a su admirado Julio Anguita, entonces líder de IU. El califa rojo andaluz, con su puritanismo programático y anticapitalista, nunca superó, en sus mejores resultados, el 10% de los votos ¿Eso es lo que quiere Monedero? Con sus ataques desafortunados conseguiría un Podemos refundado, más radicalizado, vale; pero sería minoritario, colateral, como lo ha sido IU y el PCE en los 40 años de Transición. Con solo el rechazo y el cabreo de los indignados origen del 15M- no se cambia un régimen ni se ganan unas elecciones. Y las revoluciones violentas o solo ideológicas están ya fuera de nuestros tiempos.

Era vital que Monedero se apartase y dejase paso a los que quieren, con practicismo y coherencia, cambiar el país y ser alternativa real. A pesar de las bonanzas y euforias del Movimiento 15M, Podemos debe ir más allá, y articular una opción política clara para intentar derrocar el sistema bipartidista, el Régimen del 78. Eso sí, marchando despacio, menos preocupados por gobernar y ganar las elecciones de noviembre, que de crear un partido que limpie, regenere y acabe con el régimen clientelista y caciquil arrastrado desde la Transición. El camino para gobernar es muy largo, y las prisas no son buenas.

Y si Monedero no era un hombre de partido, porque es un intelectual que necesita volar, pues eso ha hecho: salir del nido o de la jaula, y ha volado solo. Pero lo malo es que al revolotear se ha podido llevar por delante los avances sociales y electorales de su partido, a él mismo, y a muchos ciudadanos que confían en que Podemos sea la fuerza del cambio político y social de España.

Otros, sin embargo, vamos más allá y pensamos que el propio Monedero brillante pensador, pero no dirigente ha dado un volantazo a la izquierda para atraer votos ya perdidos en estos últimos meses a causa de cauterizar el partido hacia las elecciones municipales, autonómicas y generales. Y luego, los entregará magnánimamente a su leal amigo Pablo; los traerá al redil del gran partido transversal y total que se está formando. Así sea

Adiós Juan Carlos, hasta siempre. Nos veremos en alguna asamblea, en el supermercado, o en la universidad. Y sigue guiando a las bases, filosóficamente, claro.

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