Tragedia en La Ería
Todavía profundamente sumido en un enorme estado de indignación y malestar paso a relatarles el fatídico suceso que el pasado miércoles tuve la desgracia de presenciar en Oviedo.
Soy un profesional autónomo y resido en la zona de La Ería. Como casi todas las mañanas, el miércoles 3 de septiembre salí a hacer las gestiones propias de mi profesión con la intención de regresar a mi domicilio, sobre las 13.00. Sofocado por el calor, entré en el bar el Bosco con la intención de tomar un café (calle Don Víctor Quintanar, adyacente al Colegio Público de La Ería). Serían las 13.30, cuando oímos un ruido sordo y un grito patético que procedía del exterior. Lo que vimos nos sobrecogió. Una señora de avanzada edad, impedida a la vista de las muletas que portaba, yacía moribunda en el suelo, entre un enorme reguero de sangre y restos de órganos humanos esparcidos por el suelo (dientes, cabellos, etcétera). Varios testigos presenciales del accidente comentaban que la infortunada señora había tropezado con una baldosa mal colocada y oscilante, se le había enganchado la muleta entre las juntas cayendo con estrépito hacia delante y golpeándose fortísimamente la cabeza contra un chirimbolo adyacente a la baldosa. Cuando salimos, la situación era espantosa: la señora emitía unos quejidos sordos que más bien parecían estertores, estaba completamente pálida y con la cabeza abierta.
Llamamos al 112 y se presentó la Policía Municipal y una uvi móvil. Cercaron y precintaron la zona de la caída, tomaron datos mientras los sanitarios intentaban reanimar a la señora –que había perdido el conocimiento– utilizando incluso un desfibrilador, pues por lo visto había sufrido una parada cardiaca. A las 16.30 y en vista de que no era posible la reanimación, la introdujeron –inconsciente o seguramente ya cadáver– en la ambulancia y la llevaron al hospital.
Ésta es la secuencia de los hechos, tal y como todos los presentes lo vimos. Todavía estupefactos comentaban los vecinos que dicha baldosa había provocado varios accidentes, de los cuales se había dado parte al Ayuntamiento para que se procediera a la reparación de las mismas, habiendo hecho caso omiso a todos los requerimientos y con el lamentable resultado de ayer.
Éste es el mismo Consistorio que no duda en despilfarrar casi medio millón de euros en una situación económica tan crítica como la actual para perpetrar una especie de circuito urbano que colapsa la ciudad y mortifica a los ya de por sí sufridos ciudadanos para que el piloto Fernando Alonso –ovetense, con residencia fiscal en Mónaco– se luzca, a mayor gloria del munícipe, a lomos de su flamante bólido en una especie de pantomima seudocircense.
Y uno mientras se pregunta cómo «apostatar» de su condición de ciudadano ante tanta injusticia e iniquidad...
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