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Un ilustre allerano olvidado

13 de Mayo del 2015 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Lo ha sido don Lorenzo Solís, oriundo del atopaízu pueblín de Murias de Aller, que un día se echó el hato al hombro y se lanzó a la gran aventura de las Américas, como tantos otros, llegando a ser allí una personalidad, como ya comentamos aquí al recordar al bromista de Cerlones. Y lo sorprendente del caso de Solís es que esa personalidad la consiguió militarmente en el Ejército colonial español en el Virreinato de Nuevo Méjico. Solís, que llegó a alcanzar allí el grado militar de brigadier, equivalente hoy al de general, dotó a su pueblo de un gran centro educativo como lo fue aquella Colegiata que hizo historia, obra pía que fue famosa y que mucha cultura y saber expandió no sólo en el concejo allerano, sino también en los limítrofes, como Mieres, por ejemplo. Esta Colegiata, que él costeó y sostuvo económicamente, fue dotada de unos educadores excelentes, de los más competentes entonces en la docencia, como lo fueron los famosos "dómines". Uno de los últimos, que uno conoció en 1950, me aseguró que después de la Universidad de Oviedo, la Colegiata de Murias de Aller era casi como una continuidad de ella.

Y en la Universidad de Oviedo, precisamente, fundó y costeó también el brigadier Solís una importante biblioteca, donde se conserva un retrato suyo pintado al óleo. Pues bien, a pesar de todo esto, estas dos fundaciones, Colegiata y Biblioteca, y que Solís fue una importante figura militar en el Virreinato de Nuevo Méjico, en Aller ha sido olvidado por completo. Ninguna autoridad municipal ni provincial, hasta hoy, ha movido un dedo para perpetuar su recuerdo de alguna manera; lamentable y vergonzosa ingratitud. Si ayer se le olvidó, recordémosle hoy, por ejemplo, erigiéndole una estatua, o busto por lo menos, en su pueblo de Murias. Y si "oficialmente" se persiste en tan vergonzosa y olvidadiza actitud, hagamos una suscripción popular para costear esa estatua o busto, idea que seguro que tendrá en Murias una favorable acogida y que puede ser el punto de partida de esa suscripción colectiva.

Otro ilustre allerano igualmente olvidado es don Valentín de Lillo, cura de Vega, una personalidad en la investigación histórica, escritor y poeta, que se codeó con los más famosos intelectuales de su tiempo, fundador del periódico "El Heraldo de Aller", sacerdote ejemplar que vivió pobremente porque se dio por entero a los demás, sobre todo pobres y desvalidos, en aquella famélica y dolorosa posguerra. A cuatro corporaciones municipales, documentadamente, pedimos su reivindicación, inútilmente. Lo volveremos a hacer a la nueva Corporación que salga de las urnas en mayo, para estos dos ilustres alleranos, el cura de Vega y el brigadier Solís, de Murias. Un atisbo de esperanza: recientemente, aquí, un candidato a alcalde vino a decir que había que hacer un cambio radical en el Ayuntamiento. El candidato en cuestión tiene una carrera superior, es arquitecto, y esto es una garantía y una esperanza. Felipe el de Carreracima, cuyo abuelo fue amigo del brigadier Solís, será la grata coyuntura de traer de nuevo aquí, a Murias de Aller, pueblo culto y muy unido, que es un ejemplo de convivencia y solidaridad.

Ricardo Luis Arias

Aller

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