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Margallo, el patriota sin memoria

17 de Mayo del 2015 - Alejandro González Lada (Urbiés)

Se cumplen setenta años de la liberación del campo de concentración de Mauthausen, en el que fallecieron (dicen) 4.816 españoles; ciudadanos que tuvieron que huir de España al final de la guerra y que hoy, como se demuestra con la documentación aportada en el libro “Los últimos españoles de Mauthausen” (Carlos Hernández), se sabe que todos los españoles que allí fueron llevados y fallecieron, fueron asesinados y torturados en connivencia y con la colaboración de Franco; es decir, Hitler hizo el trabajo sucio para eliminar a los ciudadanos considerados peligrosos para el régimen dictatorial, desentendiéndose el Caudillo de la suerte que pudieran correr sus vidas.

El pasado domingo el ministro de exteriores Margallo acude al campo en representación del Gobierno español y posa solemne rodeado de banderas republicanas. Esta escena esperpéntica de un exmiembro de las JUMES (Juventudes Monárquicas) no deja de ser anecdótica, pero lo que realmente me impulsó a escribir esta carta fueron sus palabras: “Honrar y renovar, un deber universal de memoria” ante la “barbarie”. Si no fuera porque dicen que es ministro de Exteriores del Gobierno del PP, diría que se trata de un nuevo Nicolás. ¿Cómo se pueden escupir tantas sandeces delante de supervivientes y descendientes del Holocausto?, estamos acostumbrados a que nos mientan día tras día, hablándonos de la moderada subida de salarios (cuando están bajando), de despidos diferidos (cuando seguían de alta), de movilidad exterior (cuando deberían decir emigración), de crédito a la banca en condiciones muy favorables (cuando deberían decir rescate bancario a costa del ciudadano) etcétera; pero, realmente, pronunciar esas palabras donde por razones obvias la palabra “memoria” debería acuñárseles a todos los miembros de la bancada del PP con tinta indeleble o a fuego (dependiendo del pellejo de la res), para que recordaran que al igual que las víctimas de los campos de concentración en su día sólo fueron un número, ellos y ellas actualmente sólo son un cargo elegido en elecciones y, lamentablemente, su memoria falla tanto como la de quienes les otorgan su voto.

Desde diciembre del año 2007, en España hay una ley de Memoria Histórica que lo único que pretende es el reconocimiento de las víctimas del franquismo. Hablamos de hombres y mujeres asesinados y enterrados en fosas comunes en nombre del dictador, para quienes se piden dignidad y un reconocimiento a todas luces necesario y justo, porque si a los del otro bando se les reconoce como mártires desde el siglo pasado, creo que es de justicia que, de una vez por todas, a estos otros, desconocidos, ignorados y despreciados se les rinda de una vez un sentido homenaje.

Desde la llegada del PP al Gobierno, todas las mociones presentadas por los partidos en el Senado fueron rechazadas una y otra vez, merced a la mayoría absoluta; por si todo esto fuera poco, la indecente Esperanza Aguirre pide la derogación de dicha ley, cosa que no debe extrañarnos de una falangista criada en una cuna burguesa, aunque sí debe chocarnos que en pleno siglo XXI se permita este desprecio hacia unas víctimas inocentes.

Sin salir de la bancada conservadora, el sinvergüenza de Rafael Hernando, a la postre ilustre portavoz del PP, se suelta diciendo que los descendientes de las víctimas de la represión franquista sólo se acuerdan de sus padres cuando hay subvenciones.

Vistos los hechos, me pregunto una vez más: ¿qué pinta el ministro Margallo haciendo la pantomima en Mauthausen?... ¿corren tiempos de elecciones y es necesario vestir la piel del cordero degollado para confundir al votante indeciso?, ¿falla la memoria dependiendo del escenario?, ¿serán conscientes de que entre sus filas hay más fascistas camuflados de liberales que gente del pueblo? Desde luego, sus votantes, no; al menos eso es lo que prefiero pensar, pero queda claro que el sentir y la oratoria de estos tratantes de votos deja mucho que desear.

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