¡Ya llegó la hora dela verdad!
Estamos a pocos días de las votaciones, para este primer llamamiento a las urnas, en este año. El día veinticuatro por la noche, saldremos prácticamente de dudas. Podremos ya comprobar cuál es el futuro de cara a los próximos cuatro años, y cuánto hay de verdad o de propaganda, en esta especie de locura populista, que pretenden cambiar de escenario. Si antes eran las acampadas en la plaza del Sol de Madrid, las marchas por la dignidad, o las algaradas de los antisistema ante las sedes internacionales; el penúltimo domingo del mes de mayo, se sabrá si se sientan en la Instituciones, que tanto se han dedicado a criticar. Pasando de la universidad, con sus becas, a cobrar del erario público.
No son estos chicos con aire desarrapado según moda al uso, los desheredados de la tierra. Ni muchos menos, los que les falta de todo, o vivan de las instituciones sociales o caritativas. En absoluto; a estos unís si algo les falta es la mantequilla, no el desayuno, ni la comida, ni la cena.
¿Creen que desde las aulas, o desde sus cátedras de Ciencias políticas, van a cambiar a España? En absoluto; cambian ellos, que como digo, pasan de las sentadas al aire libre, a la moqueta y los salones de estilo isabelino en muchos casos. No vienen con un programa serio, riguroso y posible. Muy al contrario, se presentan ante los electores, con unos marcados signos de revancha, que se alimenta de la demagogia populista, para colocar un discurso que suena bien, pero que le falta contenido y le sobra continente.
El espacio político que quieren ocupar, es el del nuevo marxismo, con raíces que van, desde la Teología de la liberación, al más rancio leninismo con restos de un anarquismo anacrónico, ensayado en los países de América latina con cierto éxito para sus promotores, pero de un rotundo fracaso, para la mayoría. Poner ejemplos es perder un espacio muy preciado en este medio de comunicación. Y algunos, a diferencia de los todopoderosos magnates de los medios de comunicación, no dedicamos más líneas de las que se merecen, gracias a quienes les han dado cobertura mediática, con el único propósito de que propagasen sus ideas, y llevasen su algarabía fuera de los países de procedencia, del capital que hoy maneja a los medios de comunicación en España.
¿Con que méritos se pueden presentar ante los electores, más afectados por la crisis? ¿Acaso, han dado un plato de sopa caliente, a algún necesitado? ¿Han arriesgado su salud cuando no su vida, en favor de los enfermos, que viven en total abandono? ¿Han colaborado en alguna ONG, o es que creen, que cuatro universitarios, con becas, van a terminar con ellas? ¿Dónde han trabajado, que en sus manos se pueda ver las huellas? ¿Cómo pueden hablar de los hijos, la familia, las creencias, el matrimonio, si algunos aun con barba, son unos imberbes?
Si algo bueno se puede sacar de una sociedad envejecida, es el que ya no nos vuelven a engañar otra vez. Lo más mayores, porque lo han vivido. Los menos, porque aun recordamos con lucidez, a quienes querían traernos el paraíso comunista, y a los más jóvenes, porque afortunadamente al no ser todos iguales, saben que solo el esfuerzo, el trabajo, el orden y la paz social, son los únicos medios, para combatir las carencias más vitales.
La dignidad humana, no se consigue con solo dar subsidios, si no, en crear los medios, para que nadie tenga que acudir a ellos. Y eso, no será posible si caemos en la cultura del subsidio.
Ese no es el camino. Esto es un laberinto fácil de construir, y muy difícil de deshacer.
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