Carta abierta al presidente del Principado
Señor Javier Fernández, presidente del Principado: le escribo esta carta con el fin de poner en su conocimiento cómo una administración bajo su responsabilidad puede no sólo infligir un gran dolor a una familia, sino discriminar a un niño, menospreciar y reducir a la nada, a la inexistencia, el esfuerzo exitoso de unos maestros, logopedas, pedagogos, terapeutas y auxiliares de apoyo del colegio público Fozaneldi, que han conseguido en los últimos años que mi hijo Osvaldo, con síndrome de Asperger, tenga amigos que lo quieren y quiera a sus amigos, sintiéndose uno más entre ellos, alcanzando a la vez metas académicas e intelectuales que hace años creíamos un sueño imposible para mi hijo.
En efecto, hace 15 días hemos experimentado cómo el equipo de orientación del colegio, del que no habíamos tenido noticia salvo en los cambios de ciclo educativo, se puso en contacto con nosotros, sin previo aviso, para decirnos que consideran que mi hijo debe cambiar de colegio y cursar los siguientes cursos en un colegio de Educación Especial, y sin más explicación, sin respeto y sin argumentos se nos intentó presionar para que firmáramos de inmediato el traslado de nuestro hijo a la Educación Especial segregada para el próximo curso.
Como padres no estamos de acuerdo con esta decisión y creemos que la Consejería de Educación y Cultura debería propiciar la integración de estos niños, sobre todo cuando es efectiva y funciona, y no aislarlos en colegios especiales, porque si existen colegios de integración, que lo sean de verdad y que se proporcionen los medios necesarios para que nuestros hijos puedan seguir progresando y evolucionando positivamente con la ayuda y el cariño de sus amiguitos y compañeros. Además, cualquier persona que conozca un poco las necesidades de un niño con Asperger sabe que necesitan una rutina, unos hábitos establecidos, y que un cambio de colegio y horarios sería, por consiguiente, negativo. Además, mi hijo está promocionando y alcanzando los objetivos académicos en un colegio de integración y, por supuesto, todos sabemos que los niños aprenden por imitación y ¿qué mejor para un niño con dificultades que tener como modelos a niños sin dificultades y que le quieren?
Si usted se proclama a favor de las políticas sociales aquí tiene una estupenda ocasión para demostrarlo. No podemos interpretar su silencio ni el de su consejera de Educación en lo que se refiere a este problema sino como un intento por su parte de que asumamos que no hay otra opción, otra vía, otra política educativa especial, sino la que sus orientadores imponen. Parece que debemos asumir que ustedes están de acuerdo con que nuestros hijos estudien con programas cuyos objetivos son inciertos, sin continuidad y sin ningún aval empírico concreto y que la educación gira en torno a la segregación de los niños con dificultades. Esto implica la segregación de las personas que son diferentes no sólo en nuestra sociedad actual, sino también en la del futuro.
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