¿Por qué siguen estando Toxo y Méndez?
Lejos quedan aquellos Redondo y Camacho, sindicalistas de verdad, que lucharon por las libertades y por los derechos de los trabajadores desde todos los frentes, incluso teniendo que pagar con cárcel su entrega hacia los demás; fueron diputados escuchados y respetados, pero su principal legado fue el prestigio, autoridad y honestidad que dieron al cargo que ocupaban. Siendo reconocidos por todos como dos baluartes en defensa de la mejora de vida de los trabajadores.
Algún día la Historia dirá que luego de ellos vinieron a suplirlos clones erróneos, que no les llegaron a la suela de los zapatos en nada; perjudiciales para nuestra democracia, los sindicatos y sobre todo para los trabajadores. Principalmente los actuales Toxo y Méndez, que sobreviven en el cargo como almas en pena, no tienen autoridad ni consideración de nadie, donde ya no se atreven ni a hablar; que por mantenerse en la poltrona dejaron a sus sindicatos respectivos como meras comparsas de las resoluciones que les marca el Gobierno del PP en compañía de quienes les redactan las reformas y leyes, que no son otros que las organizaciones empresariales encabezadas por personajes alguno de los cuales está en la cárcel y otros con serias dudas de si allí debería encontrarse. ¿Cómo es posible que estos dirigentes sindicalistas no opusieran fuerte resistencia a esa reforma laboral que permite empleo de esclavitud y despidos gratis? Y si por carisma no pueden desaprobar con huelgas y manifestaciones, debieran presentar recursos ante todas las instancias nacionales e internacionales para abolir semejante reforma que vulnera derechos, elimina el Estatuto de los Trabajadores y negociaciones colectivas de convenios, y que añade una ilegalidad constitucional: el excluir a un pilar básico de nuestro sistema democrático, que no es otro que los sindicatos; que son menospreciados por este Gobierno, cuando debieran estar al mismo nivel de protección que los partidos políticos y las organizaciones empresariales.
Con Redondo y Camacho al frente de UGT y Comisiones Obreras, jamás los trabajadores hubieran sido los paganos de esta crisis; la hubieran padecido, pero acompañados de los que tal parece que los sacrificios sólo los aplican a los más débiles de esta sociedad.
Ahora aparecen estos dos negociando las subidas salariales (como dos pedigüeños) para este año y el próximo, cuando llevan desaparecidos cinco años dejando desamparados a quienes durante este tiempo despidieron gratis y les bajaron los salarios escandalosamente, y están en silencio cuando Rajoy presume de creación de empleo; un empleo que debieran también denunciar ante la madre superiora, porque esclaviza al trabajador que por necesidad tiene que coger las migajas que le dan. Ustedes dos sí tienen un buen salario que, por mantenerlo, en vez de líderes de un sindicato, tal parecen acomodados bedeles de empresarios y Gobierno. Díganme si merecen estar ¿Qué legado dejarán? ¿Acaso Redondo y Camacho no pagaron con la cárcel la defensa a ultranza de sus ideales? ¿Qué ideales los mueven a ustedes a seguir en un cargo que jamás debieron ocupar? Ustedes temen al Gobierno, temen perder sus salarios y su sofá. Ustedes, amigos míos, debieran haber estado todo este tiempo peleando sin cobardías al frente, o solos, en defensa de la clase trabajadora.
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