Incualificable profesionalidad
No debemos mirar al pasado. Sin embargo, cuando la inconsciencia desde antiguo nos conduce a la tumba abierta en el abismo actual; no queda otra. Luego se podrá sentir: culpa, dolor y ansiedad, pero antes se debe cambiar.
Catarsis es la publicación de Otero Novas: «Lo qué yo viví: memorias políticas y reflexiones». Retrospectiva que nos narra la doble traición del felipismo y del aznarato corrompiendo las entrañas de la sociedad. Anterior fue la explicación del felipismo por James Petras en su celebre informe: «Padres-Hijos». Dependencia y desacato fue lo obtenido por España frente al mundo, algo que aún no percibimos en toda su cruda realidad, pues no nos han enseñado a apreciar tal desestima. Por eso continuamos como si tal cosa. No es que los nuevos partidos políticos emergentes den «yuyu», es que no existe pánico hacia los que nos han introducido la mentira en vena y corrompido conceptos. Pues, ¿de la corrupción económica? Nos encargaríamos luego.
La Educación y la Formación Profesional (incluida la universitaria) viven sumergidas en la burocracia publicando escritos en el BOE como si fuesen a hacer algo; pero no consiguen nada. La consecuencia es que nuestra capacidad productiva y social sigue a la zaga a tal desconcierto, y, a río revuelto, ganan unos y pican los de siempre. Es la actitud pagada de sí misma y ansiosa del desorden del agua que hierve, pero el café ni sale ni se le investiga.
Perdemos contenidos formativos por doble vía: en la realidad del afuera los sistemas productivos crecen impulsados por la productividad y su propia investigación, y, aquí, complacidos: incapacidad y endogamia. Que tengamos científicos excepcionales solo es algo excepcional; la capacidad productiva y la autonomía industrial no aumentan como en el afuera. Exentos, horros de principios (decía alguien en esta sección), nos libramos de los contenidos formativos molestos. Me centraré en los de las tecnologías Oleohidráulica y Neumática, pero es igual en todos los ordenes y materias. En 1984 el Inem ya había diseñado (reglada y formalmente) contenidos en forma de módulos formativos y los impartía repartidos en cuatro cursos: dos de Oleohidráulica y dos de Neumática, todos de 269 horas (incluían contenidos básicos que se repetían y materias complementarias). Eran un mínimo de 700 horas lectivas netas en ambas tecnologías. En el caso de la Oleohidráulica los módulos formativos eran: 150 horas de «Oleohidráulica general básica convencional»; 100 horas de «Oleohidráulica servopilotada»; 80 horas de «Sistemas electrohidráulicos»; y 20 horas de «Iniciación a la oleohidráulica proporcional»; total: 350 horas que, junto a otras 350 horas similares de la Neumática, daban las 700 horas netas entre ambas. Pero ahora, gracias a los incualificables certificados de profesionalidad que se promueven, parece que solo se necesitan 250 horas globales para ambas tecnologías. Ya no es que, frente a las 120 horas de Educación y Ciencia existentes antes, continúen existiendo las 700 del Ministerio de Trabajo de siempre, es que estas desaparecen. ¿De qué empleados pueden llegar a disponer los sistemas productivos? ¿De qué sistemas productivos podemos llegar a disponer? ¿Acaso el mundo dejó de avanzar? ¿Acaso solo existen los INCUAL contenidos que se dictaminen?
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