No podemos votar sin más
El próximo día 24 la ciudadanía de este país, a través de las urnas, tiene la posibilidad de cambiar el rumbo de nuestras vidas, sometidas a un constante deterioro económico, pobreza democrática y chantaje emocional de ser los culpables de una crisis que es un argumento más del sistema capitalista para anular las pequeñas conquistas sociales de la clase trabajadora.
El voto es la única herramienta que nos deja una democracia tutelada por los grandes poderes económicos y unos partidos mayoritarios que no están dispuestos a modificar un sistema donde prevalecen los beneficios de las grandes empresas y la banca antes que el interés común de la mayoría silenciosa.
Por eso tenemos que ser capaces de pararnos un momento a reflexionar en esta locura de vida frenética y pensar que tras el largo periodo democrático recorrido, estamos hartos de tantas promesas electorales que no se cumplen, de una Constitución que es papel mojado en cuanto a los derechos ciudadanos y que no se puede seguir jugando con las ilusiones puestas en una España que salió de la dictadura para ser libre, solidaria y justa.
No podemos seguir contribuyendo con nuestro voto a que la corrupción nacional y asturiana se justifique por errores administrativos, comportamiento de unos pocos chorizos, cuando casi nadie va a la cárcel ni devuelve lo robado.
No podemos seguir votando a partidos que se vuelven imaginativos, transparentes, solidarios en campaña electoral y que, cuando gobiernan, forman parte de la maquinaria del Estado que machaca al más débil, se olvida de los sin trabajo, sin pan, sin dependencia y mantiene unas pensiones que sólo sirven para mal comer.
Tampoco podemos votar sin más a todos los que llegan pretendiendo cambiar el mundo pero en sus mensajes sigue estando la vieja política, el reparto para los que más tienen a costa del que no llega a fin de mes o los que iban a terminar con la casta sin tener claro dónde está la mano derecha y la izquierda.
El voto, ejercicio libre de nuestra responsabilidad, debe reconocer también a los que, aun equivocándose, no han cambiado su discurso para pescar en un electorado harto y desengañado. Seguimos siendo fieles a los ideales que defendieron los todavía hoy olvidados en las cunetas y queremos una democracia real y transparente a través de la República.
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