El caso de Ángeles
A los que alguna vez estudiamos química aún nos dura la perplejidad ante aquella dualidad cuántica de las partículas subatómicas que les permitía y que, según los entendidos, les sigue permitiendo exhibir, según mejor conviniese a sus intereses y circunstancias, ora las pedestres propiedades de la materia ora las sutilezas de una onda electromagnética. Como la lengua española ha dado tanto juego en el campo de las humanidades como escaso en el de las ciencias, a esa forma de elegante esquizofrenia camaleónica tenemos que denominarla wavicle, o sea, ondícula.
Leo en LNE del domingo una entrevista a Ángeles Caso, que recientemente ha entrado a caballo en Podemos, un partido político que no se caracteriza precisamente por anunciar benevolencia en materia tributaria; particularmente con quienes ahora edulcora como elites (es decir, envidiables singularidades en los saberes en los haceres y en los teneres).
En la entrevista se queja Doña Ángeles, y no sin sobrada razón, del desestimulante expolio en que ha devenido la tributación en España, aunque las dolorosas consecuencias de esta predación impositiva sean más asumibles para los más afortunados, como ella misma se reconoce en merecida justeza. ( No es el primer caso. En otro orden de magnitud, hace poco nos dieron las diez oyendo los lamentos de Joaquín Sabina).
A pesar de la crisis de todos los mercados, incluido el de la literatura, no creo que escritora de su sensibilidad, talla y reconocimiento social y comercial sea masoquista, o esté buscando bula fiscal o aspirando a ocupar un puesto rector en las anunciadas escuelas para la reeducación y encarrilamiento cultural de espectadores, lectores y oyentes descarriados que su partido anuncia.
No lo entiendo bien y sigo mosqueado. O estamos frente a otro caso de dualidad onda-corpúsculo o es que el Lepintan sigue siendo más fiero que el león y el Gatopardo goza de mejor salud que Marx y Engels.
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