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Rajoy, un presidente low-cost

18 de Mayo del 2015 - Angel Lozano Heras (Oviedo)

Ya lo dicen, tanto el Diccionario de la lengua española como las redes sociales y los medios digitales: low-cost (bajo coste o costo, barato) no significa que sea algo inseguro. Y desde luego que este garante de España que es el registrador de la propiedad ajena, Mariano Rajoy, no tiene la culpa o sí de que ahora la opción política del PP nos parezca algo inestable y de baja estofa. Es seguro que va a sufrir un varapalo tremendo en las elecciones municipales y autonómicas. Y se empeña en mezclar en campaña electoral, contenidos de estas del 24 de mayo con las generales de noviembre. El presidente de Gobierno se está batiendo en estas elecciones como si se fuera a presentar a Alcalde de España, o no sé

Qué culpa tiene Rajoy de ser un aspirante low-cost. Claro que sí, Rajoy tiene todo el derecho del mundo porque se lo ha ganado. Además nos sale barato (low-cost) ese intento de querer optar otra vez a presidente de los españoles que le consideran uno de los políticos peor valorados y que no inspira confianza alguna. Que haga lo que quiera, pero que no enrede las cosas: ser alcalde no es lo mismo que ser presidente. Tuvo el PP y él, en las generales del 2011, casi 11 millones de votos; un 45% del electorado votante. Ahora, al día de hoy, las cabronas encuestas de intención de voto, solo le dan un escaso 26%, o sea, una bajada de pantalones y de millones de votos, bárbara.

Pero, por eso, se dice que es un aspirante low-cost, que nos ha salido más barato que en el 2011. Y como está de moda -él lo ha fomentado exageradamente el mercado de la oferta y de la demanda, pues a lo mejor decidimos los españoles seguro que sí cambiar de compañía, vamos, de presidente. Solo es cuestión de comprar votar en otras partes donde nos fiemos más.

Este presidente low-cost, Rajoy, que da pedales con los tacones y pepedalea remangado en camisa y corbata, hace unos días ha afirmado ostentosamente pavoneándose de ello: El PP es la garantía de que la recuperación económica va a continuar. Vamos, nos está diciendo a gritos, que el único aval que nos ofrece es la continuidad de las políticas de austeridad, de recortes, de empleos y sueldos precarios y temporales, de inútiles reformas laborales.

Pero, por Dios, no vayamos a echarle la culpa de todos los males de España al pobre Rajoy. No; también son corresponsables otros partidos, y claro, en el suyo hay mucha tela que cortar, mucha corruptela. Todavía estamos esperando de Hacienda la lista de más de 705 dirigentes políticos investigados por supuestos delitos o fraude fiscal.

Se jactaban él y su ministro de Justicia, Rafael Catalá, que han hecho mucho, y bien, por cortar la corrupción, por buscar la transparencia y la regeneración del Régimen del bipartidismo. Ellos afirman que como en todos los partidos e instituciones sí han tenido casos de corrupción. Pero que ya los han echado y solo han sido unos cuantos, que gracias a la policía judicial, la guardia civil, los fiscales y a ellos (PP), los corruptos han sido puestos a disposición de la Justicia ¡Faltaría más que también se apropiasen de la eficacia de algunas instituciones del Estado! Pero lo que no reconocen es que la corrupción está en ellos mismos, en los que aún quedan, en la mayoría de la clase dirigente y ex dirigente del partido de la gaviota azul desde hace más de veinte años. Los delitos les implicaban a ellos también; algunos están investigados, o estarán imputados, y juzgados en breve tiempo. La sede del PP, en Génova 13, ha sido una guarida de corrupción en épocas electorales, haya caja b o caja c. Corrían por los despachos sobresueldos y había comisiones a terceros, en negro, para facilitar contratos con privilegios y prebendas.

Y si no les gusta que hablemos de peperos corruptos que se presentan a estas elecciones, comentemos la tan cacareada recuperación económica. En España, a pesar de unos leves síntomas positivos, seguimos teniendo un paro de casi 5 millones de personas, un nivel altísimo de desigualdad, de pobreza extrema relativa y comparada. La destrucción de empleo y la caída de los salarios no ha favorecido para que trabaje más gente, aunque sea al hedor de la austeridad.

España tiene ahora más endeudamiento que cuando Zapatero. La recuperación económica del PP continúa pasando de largo en términos de apalancamiento: la deuda del sector público y privado sube ya al 315,5 % del PIB.

Y esa política le viene de perlas a los bancos alemanes, a la UE y a los mercados inversores de deuda. La amiga de Mariano, la presidenta alemana Merkel, nos tiene agarrados, bien asidos, por eso lado bajero. Quizá por ser amiguetes de Rajoy nos aprieta un poco menos que a los griegos y portugueses; pero cogidos, rescatados, sí estamos. Y aún así, la UE y la Troika nos piden más reformas, más austeridad y ahorro, para luego asegurarse que pagamos religiosamente las deudas a sus bancos y empresas.

Lo malo de todo esto para Rajoy es que sabemos que otras políticas sociales y económicas son posibles, y que son distintas y mejores que las raquíticas ofertas del PP. Por eso nos vamos a votar a otra compañía. Cómo creer a un presidente, Rajoy, y a sus mariachis ministros, que hablaban, prometían, en 2011 de no subir impuestos bajo ningún concepto; luego los subieron descaradamente entre 2012-14. Ahora vuelven las fatuas promesas de bajarlos, para más tarde aumentar las tasas más básicas, y así continuamente como en un tío vivo electoral.

Se les va la fuerza por la boca. Desde la sede de Génova 13 gritan: El PP ha salvado a España; votadnos El batacazo electoral está servido. Por todas las calles de nuestras ciudades y pueblos se oyen carcajadas a mansalva entre ecos descomunales: Rajoy low-cost; nos veremos en las urnas, democráticamente, claro.

Ängel Lozano Heras

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