Estado de sitio
Me encuentro sitiado. Es sábado, hace un día magnífico, pero no puedo salir de casa. Si lo intento, unas vallas descomunales se encargan de recordarme que hoy en Oviedo sólo se puede hacer una cosa: ver coches corriendo. El lector familiarizado con los más elementales patrones argumentativos ya habrá sacado las debidas inferencias: crítica al espectáculo de Fernando Alonso, diatriba contra el populismo del Alcalde, plante por la pobreza cultural de la capital, etcétera. Pues... sí. Permítanme una breve defensa, en todo caso: les aseguro que no tengo nada en contra del mundo del motor o de la Fórmula 1, aunque no comparta el entusiasmo de sus seguidores. Mi queja, en cualquier caso, parte de las pantagruélicas dimensiones que ha adquirido la exhibición del piloto ovetense y de los evidentes réditos políticos que de ello pueden derivarse. Podrá aducirse, no lo dudo, que un ex campeón mundial tiene su peso, al fin y al cabo, sobre todo si ha nacido en la localidad de marras. Ahora bien, ¿se hubiese llevado a cabo un espectáculo de tamañas proporciones si fuese otro el ámbito afectado? ¿Qué ocurriría si un ovetense hubiese ganado el campeonato mundial de ajedrez? ¿Las manzanas se hubiesen convertido en gigantescos escaques, librando así una partida en la cual los enroques se llevarían a cabo en el Cristo y en Ventanielles, respectivamente? ¿Y si un carbayón hubiese ganado el premio Nobel de Literatura? ¿Se sembrarían las principales calles de la ciudad con ejemplares de sus libros, imposibilitando toda circulación? Sí, ya sé que mi artimaña es falaz, y que ni las partidas de ajedrez ni los certámenes literarios precisan del mismo despliegue de medios que los eventos automovilísticos, pero ¿acaso no nos queda la duda de si Alcalde y concejal se habrían tomado las mismas molestias si fuese otro el ámbito afectado? De nuevo se me podría reprochar que Oviedo es una ciudad que da para esto y para mucho más. ¿Seguro? ¿Oviedo es una ciudad solvente culturalmente? Echen un año más un vistazo al folleto de las fiestas de San Mateo. Seguimos donde siempre. En Oviedo sólo tienen cabida la ópera, la zarzuela y... ahora, Fernando Alonso. Miremos ahora por un segundo hacia Gijón (y no se dejen llevar por las apariencias, soy carbayón de pura cepa, y aquí llevo toda mi vida): «Semana negra», Festival Internacional de Cine, Fin de Semana Yeyé, la Laboral, etcétera. Al final, todos recibimos lo que merecemos y, al parecer, a los ovetenses sólo nos queda acudir al Campoamor, observar la estela de un rugiente Renault galopando por el centro de la ciudad... o irnos fuera (cuando quiten las vallas, claro).
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