Conferencia inédita
El pasado martes 5 de mayo, se iniciaban las jornadas que el Ayuntamiento de Ribadesella dedica a los mayores riosellanos.
Se celebraron diversas actividades, entre ellas un viaje en tren el miércoles 6, con destino a Avilés, que incluía la comida en un reconocido restaurante. Después del café de rigor que parte del grupo disfrutamos en la singular atalaya que ofrece el Niemeyer, vuelta a Ribadesella. Un día para recordar.
El viernes día 8, se cerraron las jornadas con una comida-homenaje en el Gran Hotel del Sella, presidida por las autoridades municipales, en donde se premió a las personas que se jubilaron a lo largo de este año.
Pero si retornamos al día 5, a las 19 horas, se celebraba en el hogar de los jubilados de Ribadesella una charla a la que llegué algo tarde. La charla o conferencia llevaba unos minutos de andadura. El salón estaba casi lleno, sin duda mérito de la asistente social, que con su gestión hace que los mayores entiendan que a los viajes y comidas los preceden las charlas, que casi siempre resultan interesantes. Lo de casi siempre es lo que me impulsa a escribir estas líneas. Y me explico. Una vez sentado en el salón y atento al conferenciante, me invade una extraña sensación, como cuando... ¿a quién no le ha ocurrido? Uno se equivoca de muerto y se encuentra en otro entierro. Pues no. Sí que era la charla de los mayores, con un conferenciante que estaba hablando de los jóvenes como maleducados, indisciplinados, desobedientes, nada respetuosos, etcétera. Intercalando comparaciones de añoranza hacia el pasado nacional-catolicismo. La concejala de Bienestar Social, que presidía la mesa, parecía esperar que una llamada de teléfono le sirviera de excusa para salir del salón antes de que el conferenciante terminara. No tuvo suerte. Éste continuó con sus razonamientos, metiéndose incluso en el jardín del aborto y condenando todos los supuestos, sin entrar en ninguna consideración. Toda una joya de conferenciante.
En el turno de opiniones, alguien en la sala pide la palabra y podría haber dicho: ¡Señor, sí señor! ¡Que son molinos, que no son gigantes!
Alfonso Bouzán Solla
Ribadesella
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