El recorte verde y otros méritos
España se presenta ante el mundo como un país democrático y normal, y lo más grave de todo es que los hooligans locales se lo creen. La realidad, sin embargo, es terca y pone en evidencia la gran distancia existente, aún, entre los países que son y los que quieren ser, como sería el caso español.
Tal vez sea cierto que España quiere ser un país normal y homologado, pero también es cierto es que no está dispuesta a renunciar a algunas de las particularidades que la hacen diferente. Hay dos ejemplos que ilustran a la perfección esta tesis, ya que son flagrantes. En primer lugar, tenemos la larga disputa entre España y la ONU para la cuestión de los crímenes del franquismo. La ONU reclama en España resolver este asunto pendiente, pero España se niega con una tozudez difícil de entender por un no iniciado en las contradicciones del carácter español.
En segundo lugar, tenemos El recorte verde. Resulta que la España que va por ahí diciendo que las leyes deben cumplirse, ha desatendido los acuerdos firmados en materia de energías renovables. Esto la ha situado a la cabeza en el ranking de los países con más pleitos internacionales, junto con Venezuela, Argentina y Egipto.
Este tipo de méritos no favorecen para nada el proceso de homologación internacional de un país como España. Lo más sorprendente, sin embargo, es que ante evidencias tan manifiestas, aún haya millones de españoles corrientes que defiendan a capa y espada lo que les priva de evolucionar hacia la plena normalidad.
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