Señor Emilio León, no nos tome usted el pelo
Hace bien poco tiempo se publicaba en un medio digital asturiano una entrevista al cabeza de la candidatura autonómica de Podemos, Emilio León. Entre las preguntas que formulaba el entrevistador, había una relativa a los efectos de la salida de J. Carlos Monedero de la dirección de Podemos. Por más que la pregunta pudiera resultar incómoda para el entrevistado, cualquiera admitiría que era bien pertinente y venía a cuento. El asombro llega con la respuesta, porque una de las características de lo que en Podemos llaman "la casta" consiste en la falta de transparencia en sus relaciones con la población y con los medios, por la vía de eludir preguntas incómodas o tergiversar y sesgar las respuestas, o sea, lo que suele llamarse "salir por los cerros de Úbeda".
Pues bien, justamente eso es lo que hace Emilio León cuando se le pregunta por la dimisión de Monedero. En lugar de responder a la cuestión de forma clara lo que realmente piense o, simplemente, decir que no le place responder, lo que hace es zafarse del tema, contestando con un subterfugio: que "ya le gustaría que le preguntasen al señor Javier Fernández por J. Ángel Fernández Villa". Lo cual, además de enormemente desafortunado, por lo que tiene de comparación de Monedero con F. Villa (cosa que hace sólo unos días hubiera parecido un sacrilegio: recordemos cómo se ponían los "podemitas" cuando se mentaban los dineros cobrados por Monedero en Venezuela y escamoteados a Hacienda), se ve coronado con un propósito inadmisible: que la pregunta que le formulan sobre Monedero es algo "irrelevante". O sea, que una vez más estamos ante los más viejos recursos de la retórica escurridiza propia de los peores politiqueros, que no de los políticos honestos, que también los hay. ¿A quién pretende tomar el pelo? La verdad es que el señor León ha aprendido bien lo que le han enseñado sus jefes, los politólogos de Madrid, y nos demuestra que domina las habilidades mediáticas propias de lo que él llama "la casta". Pero lo que él llama "la gente" esperaba otra cosa.
Tal vez la explicación consiste en que el señor León no es de esa "gente común" que, indignada con muchas cosas, coincidió con el 15-M porque "pasaba por allí" y acertó a exteriorizar su rebeldía, sino, como se ha descubierto, una persona involucrada en la política desde hace cerca de dos decenios, por un lado, en la CSI, y, por otro, como simpatizante de Andecha Astur, cosas ambas muy legítimas, pero que excluyen cualquier imagen de ingenuidad política. O sea, que se trata de alguien que arrastraba más frustraciones que éxitos y que al socaire del 15-M y de Podemos vio la "ventana de oportunidad" para el cambio, es decir, para cambiar por fin las frustraciones por un éxito. Vieja, vieja política. No vamos a dejarnos engañar.
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