Oviedo despertó de la siesta
El pasado domingo, 24 de mayo, Oviedo despertó de esa siesta en la que se había sumido desde hace más de dos décadas.
En estos años la ciudad había crecido como una maqueta que va año a año sumando nuevas piezas, nuevos elementos decorativos. La muy limpia, muy brillante, muy apacible y prestosa ciudad de Oviedo. Y ahí acababa todo. El decorado era cada vez más sofisticado, más engalanado y bello. Pero se le notaba el cartón pluma al mirar de cerca.
¿Y dónde estaba la gente? Dormida, se decía. Echando la siesta. Quizá una siesta que duraba demasiado porque, como en los cuentos, alguien había echado una maldición que provocaba un profundo sopor social y cultural. Ese alguien era quien, vigilante, seguía construyendo un Oviedo de ensueño esperando que nadie despertara para darse cuenta del engaño y echara abajo tamaña construcción.
Han sido muchos los domingos de elecciones en estos años. Y muchos han intentado despertar a la ciudadanía de Oviedo. Sin éxito. “Nadie puede lograrlo. Oviedo dormirá siempre”, nos decían propios y extraños. Y algunos siempre renegamos de ese destino pesimista. Algunos creíamos, y se ve que con acierto, que Oviedo podía abrir los ojos. Que existía una silente mayoría ansiosa por encontrar no sólo papeletas llenas de nombres, sino también de ilusión. En el PSOE intentamos muchas veces ser ese vibrante elemento ilusionante. De verdad que lo intentamos, echándole ganas y trabajo. Y nunca llegamos a conectar con la gente. Nunca nos creyeron.
¿Quién iba a decirnos que el príncipe que despertara a la ciudad con su beso no sería azul, ni rojo, sino morado?
El resultado del PSOE en las elecciones ha sido malo. Desastroso. El peor que podía obtener puesto que no sólo pasa a ser la segunda fuerza de la izquierda, sino que además debe afrontar la humillación de observar cómo el cambio de ciclo político por el que tanto se esforzó cruza ahora por su lado sin mirar hacia atrás.
La oportunidad que se abre en el Ayuntamiento es histórica. Y es imprescindible un pacto entre las fuerzas de izquierdas. Un pacto en el que entiendan cada una de ellas que son necesarias, que son respetables y dignas representantes de los ovetenses. Eso no significa el reparto de ningún puesto en el equipo de gobierno municipal. De hecho, el PSOE no debería siquiera plantearse algo así. Lo único que hace falta es pactar una serie de compromisos que un posible gobierno de Somos aplique durante su mandato.
El PSOE no debe hacer como si nada y actuar sin solución de continuidad. Si se enfrasca en negociaciones por el poder, corre el peligro de no realizar la reflexión profunda y necesaria que necesita. Y alguno podría caer en la tentación, por entrar a formar parte de un gobierno municipal, de no asumir la responsabilidad derivada de tan dura derrota, más aun teniendo en cuenta las altísimas expectativas que públicamente fueron compartidas en una entrevista en este mismo periódico.
Oviedo ya despertó de la siesta. Ahora resta que alguien venga en blanco corcel, o en una montura más simple, hasta la Casa del Pueblo, cada vez más parecida a una cripta, y despierte al PSOE de Oviedo.
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