Trascendencia

5 de Junio del 2015 - Justa Tapia (Oviedo)

Cuando acabó su carrera, y también su doctorado, no cabía en sí de gozo:

De niño era Marianín y ahora era don Mariano.

Con la novia y sus amigos, y su familia a la vez, le agasajaron sin tino, porque era un día aquél que señalaría un hito en el muchacho que fue, de los suyos muy querido, de sus amigos también.

Cuando, pasada la euforia de aquella fiesta tan magna, llegó la tranquilidad... como una dulce bonanza.

Su padre le dijo entonces: Ahora que todo pasó, vamos a charlar un rato... un rato solos tú y yo.

De ti estoy muy orgulloso, has sido un buen estudiante... nunca causaste problemas, fuiste serio y respetuoso... conoces muchas materias. Tras largos años de estudio... pasaron por tu memoria ilustres hombres de ciencia, biólogos y filósofos, escritores y poetas... Sócrates, Platón, Horacio... en un larguísimo etcétera.

Llegado aquí, me pregunto, porque el alma me lo ordena: ¿conoces mínimamente las sagradas escrituras, el testamento primero y el segundo con más fuerza?

De eso, papá, poco sé, pero puedo asegurarte que me empapé como nadie el catecismo y más cosas, el día que comulgué.

¿Te acuerdas algo del traje?, y aunque le vio algo cortado, con ojos muy abiertos siguió insistiéndole el padre:

¡Claro, papá, que me acuerdo! ¡Con áncora y otras cosas! Era un traje marinero...

–Disculpa entonces mi empeño: ¿Podrías ponerlo ahora?

–Qué cosas tienes, papá... ¡me quedaría pequeño!

–Pues lo mismo que ese traje que ya no puedes usar, también tus conocimientos de Jesús se borrarán.

El más alto personaje que la historia pudo dar se irá diluyendo en ti, si te dejas atrapar por esas tristes corrientes que adoran lo material, porque Jesús hombre-Dios existió, y esto es historia, y tan importante fue que comenzó nuestra era el día que nació Él.

Y ahora, hijo, sucede, que de cualquier personaje que por los medidos pulula discurseando sandeces o cantando en mal inglés con limitada soltura... indagamos sus andares, y a pesar de los pesares ¡en nuestra mente perdura! ¿Sabes, pues, lo que te digo?, sigue el padre con paciencia, que muchos están vacíos, si nadie les ha enseñado, ¡y jamás han recibido! lecciones de trascendencia.

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