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Acuso a la Administración de asesinar los chigres rurales

28 de Mayo del 2015 - José Paulino Lorences Menéndez (Malleza)

Hubo un tiempo no tan lejano en el que todos nuestros pueblos y aldeas tenían uno, dos o tres bares-tienda mixta; en muchas ocasiones más visitados que la iglesia parroquial, eran lugares de encuentro donde no sólo se acudía a comprar los suministros que el campo asturiano no producía como el azúcar, el café, los garbanzos, la achicoria, la sal, el aceite y el vino; después llegaron las pastas de Reglero, el vino Sansón, el tomate Solís y la margarina Natacha; se venía diariamente a tomar un vino o más… pero sobre todo se venía a charlar de cómo había sido el día, a mirar las esquelas, a leer el periódico y, cómo no, a echar la partida de dominó o de cartas.

Aunque la despoblación rural ha afectado a la rentabilidad de estos negocios, lo que realmente está abocando al cierre de los que quedamos es la falta de legislación específica sobre ellos.

Los “bazares chinos” han conseguido un epígrafe del impuesto de actividad económica que les permite por primera vez poder vender de casi todo, más productos alimentarios; nosotros tenemos que tener como mínimo dos epígrafes: uno de “bares cafés y otros” y otro de “minorista en alimentación”; tenemos que facturar tres IVA (4%, 10% y 21%), el cumplimiento de la legislación vigente es el mismo; tanto da si estás en una remota braña o aldea perdida o en la Gran Vía de Madrid: nuestra carga fiscal es idéntica a la de cualquier negocio urbano.

Las autoridades tanto sanitarias, tributarias, autonómicas como nacionales no hacen ninguna diferencia entre todos los negocios sin tener en cuenta su ubicación.

Al estar en pueblos, no podemos indicar cómo llegar a nuestro chigre ya que la legislación prohíbe señalizar en carreteras tanto nacionales como autonómicas, cualquier establecimiento, haciendo invisible en muchas ocasiones el bar-tienda.

El mundo rural asturiano se está muriendo; la media de edad en nuestras aldeas es de 70 años; nosotros, en Malleza, todavía tenemos la suerte de tener matrimonios jóvenes con niños (en la actualidad, once niños), pero esto no suele ser lo que sucede en la mayoría de las aldeas. Si tengo que reconocer que la electrificación rural de los años noventa del siglo pasado ha sido un éxito para mejorar la calidad de vida rural, sin embargo, casi ninguna aldea dispone de ADSL. Y como tengas una avería en la red fija de teléfono –como sucedió con las últimas nevadas– puedes estar más de dos semanas sin servicio. Internet rural ha mejorado mucho tanto por satélite como por radio permitiendo estar conectados con el mundo desde la galería o desde la antojana del hórreo a un precio razonable, pero no es suficiente pues en la mayoría de los pueblos no se dispone de los servicios mínimos, la basura se recoge cada semana o cada quince días, o no se recoge; el servicio de Correos está cada día con más recortes, el transporte público brilla por su ausencia y la promoción en turismo rural casi ha desaparecido.

Nuestras autoridades nunca se han preocupado por los habitantes rurales. Sí lo han hecho con los ganaderos y agricultores, qué menos, pero en general obligándolos a hacer inversiones millonarias difícilmente amortizables. Cuando el lobo se come sus ovejas o sus potros, dicen que este animal no existe en sus pueblos; cuando algún heredero urbanita decide plantar eucaliptos o pinos en los antiguos huertos metiendo el bosque en pleno pueblo (nosotros lo padecemos desde hace diez años), no pasa nada aunque se cargue las vistas de un hotel rural y nos meta a los jabalíes y a los hurones en pleno pueblo (y suerte que no ha habido un incendio estando las casas a metros del pinar. Muchos de los que todavía tenemos la suerte de vivir en un pueblo no somos ni agricultores ni ganaderos, pero de nosotros nada, no existimos… Pues aquí estamos los taberneros, albañiles, carpinteros, rentistas, jubilados, hosteleros, informáticos, tenderos o simplemente residente rural sobrevenido en nuestro paraíso personal.

Los planes de ayuda al desarrollo rural de la Comunidad Europea han sido utilizados, sobre todo, en los núcleos urbanos y polígonos industriales municipales y no en el desarrollo de empresas o negocios en pueblos o aldeas, para lo que estaban previstos.

Yo acuso a nuestros políticos del abandono del mundo rural asturiano y exijo una legislación específica para los negocios y empresas rurales. No puede ser que un empresario pague lo mismo en Brañaseca, concejo de Cudillero, que en la plaza Mayor de Madrid; algo no funcionó y tenemos que adaptar la legislación a la ubicación o lugar de desarrollo de la actividad. Dar facilidades al desarrollo del mundo rural antes que la maleza lo cubra todo como ya sucede en docenas de aldeas asturianas, hagamos que la calidad de vida y los servicios mínimos sean garantizados en el mundo rural antes de que sólo queden ruinas y despoblamiento.

José Paulino Lorences Menéndez

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