Humanidad, cercanía, honestidad y años de entrega dicen adiós al HUCA
Que una mujer como Carmen Miranda, después de haber trabajado durante cuarenta y siete años al servicio de los demás, nos diga en el momento de su jubilación “recibí de los pacientes más de lo que di” es una muestra más de su sencillez y calidad humana.
Hoy me consta que no voy ser imparcial al hablar, pues cuando hace unas horas me encontré con la noticia de un diario regional, sólo pude esbozar una sonrisa de satisfacción. La misma que ella siempre me mostraba en cada visita, aunque a primeras horas de la mañana ya se vislumbrara en el horizonte que el día iba a ser poco apacible en lo que a su trabajo se refiere; pero ella siempre decía lo mismo: a mal tiempo, buena cara.
Se va una gran profesional de la sanidad, de ésas hechas a sí mismas y desde abajo. Seguramente eso la hizo comprender que en algunos momentos de la vida todos somos iguales, no importa la clase social de donde se provenga: cuando la enfermedad llama a la puerta, no hace distinciones.
Quienes trabajaron con ella hasta hace unas horas coinciden al hablar en que es una mujer cercana, trabajadora, entregada y con genio, que, todo sea dicho de paso, buena falta le hacía, sobre todo cuando las cosas no salían como estaban programadas sobre el papel, que para eso se programan ¡caray¡
Espero que no se me ofenda nadie, pero Oncología Radioterapia del HUCA perdió otro baluarte más; estoy seguro de que pasará bastante tiempo hasta que todo vuelva a la normalidad. El servicio no va ser lo mismo, por lo menos, para los que tuvimos la oportunidad de contemplar el trato afable y cariñoso de Miranda, su entrega, su afán de resolver los mil y un problemas que surgían en el día a día. No importaba que fuera vía telefónica o en la propia consulta, con educación y respeto, los pacientes recibíamos mucho más de lo que se podía esperar de ella, y que el ejercicio de su profesión le tiene marcado como código deontológico.
Dice el refranero popular: “Otro vendrá que bueno me hará”, seguramente sea cierto, pero va tener que pasar mucho tiempo. Pues quienes ocupen su lugar en el despacho, otra cosa bien distinta va ser sustituirla; deberían mirar hacia ella como si lo hicieran a un espejo para poder imitar sus muchas cualidades pero, sobre todo, algo que se está perdiendo en el mundo de la sanidad: su humanidad. Sólo el empeño y destreza que pongan sus sustitutos, junto con su entrega y dedicación diaria, les va evitar que no se note su ausencia, si bien con ello tan sólo lograrán tapar el enorme hueco que deja entre los compañeros y pacientes, que al final terminan por ser sus amigos.
Se jubila una gran profesional, pero sobre todo una gran persona amiga de sus amigos, entrañable, cariñosa y, siempre, preocupada por la evolución del paciente.
Por medio de estas líneas, deseo darte las gracias por aquellos momentos compartidos en tu despacho hablando de cosas que nada tenían que ver con la salud. Por haberme animado en más de una ocasión sólo con la fuerza de tu palabra. Por haberte preocupado en cada una de las visitas por quien tú sabes, sé que al final no era un caso más, que terminó por ser alguien especial para vosotros. Por haberme mostrado siempre tu mano tendida y recordarme que si algo necesitaba no dudara en llamarte. Gracias también por otras cosas que tú y yo sabemos, esos pequeños detalles de confianza que demuestran a quien los escucha que está ante una gran persona. Muchas gracias, Miranda. Después de tantos años, hoy me enteré de que eres Carmen.
Te deseo que disfrutes muchos años de tu merecida jubilación al lado de los tuyos, pues para quienes tuvimos la oportunidad de conocerte y tratarte, verte pasear por Oviedo con esa vitalidad que te caracteriza, pero sobre todo disfrutando de una salud de hierro, te puedo asegurar que nos llenará de satisfacción. Espero y deseo que a partir de ahora el HUCA, para ti, sea tan sólo un punto de referencia en tu pasado laboral. Ya me entiendes...
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