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A los antiguos alumnos de la Inmaculada de Gijón

31 de Mayo del 2015 - César Lebrato Blanco (Gijón)

Según informa la prensa, tienen ustedes convocada para hoy una reunión de la junta directiva, y en el orden del día consideran la posibilidad de retirar al padre Chus su condición de alumno ejemplar. Es por este motivo que me dirijo a ustedes especialmente, y por la reciente y sonora repercusión mediática que está recibiendo el tema me gustaría dejar constancia de diversos aspectos.

Soy amigo personal del padre Chus. Miembro de los ASFAS desde hace justamente 25 años. Soy su familia. Conocí a Chus a los 15 años cuando tuve la suerte de ser su alumno en el Instituto Jovellanos.

En el día de hoy me imagino que ustedes también se verán obligados a tomar una decisión “irrevocable e inapelable”. Me imagino que será un día triste. No les conozco y puedo entender las presuras de este momento. Puedo entender los conflictos entre tomar una decisión a nivel personal o colectivo.

Estoy seguro de que muchos de ustedes conocen a Chus desde hace más años que yo y que todo esto que estamos viviendo les produce tanta incredulidad como a mí. No nos encaja con la trayectoria vital de Chus, más aún si lo conocemos íntimamente. En este tema la prensa ha dejado constancia de muchas imprecisiones y errores que ahora no me es oportuno tratar. Hasta las últimas noticias de estos días, Chus nos ha pedido contención y paciencia, el Obispado dejó constancia al abogado de Chus para no llevar el tema a la prensa y todos los pasos mediáticos se han dado por parte de la Iglesia.

En ningún momento desde que yo conozco a Chus regentó pisos o residencias para extranjeros y que yo sepa, salvo que la prensa esté al tanto de algo que yo no estoy sobre todo este asunto (cosa muy posible), los amigos de Chus vamos a coordinarnos de acuerdo con la acción de los abogados y no sé si esa plataforma se constituirá esta semana o la que viene. La prensa va a su ritmo. Hacen lo que pueden y entiendo que no es fácil precisar todos los datos que se manejan ni controlar todas las fuentes.

No me voy a meter en temas que desconozco. Desconozco la vida sexual de mis amigos. Yo no me rijo por el derecho canónico y líbreme Dios de cometer semejante barbaridad. Y me importa un bledo la vida sexual de mis amigos, en cuestión de sexo sólo es delito el abuso y la agresión, por lo demás espero a todos ellos una fuente de muchísimo placer, nada de sufrimiento y un potente impulso vital con el que todos los individuos sanos nacen, viven y se mueven para relacionarse.

Es muy posible que yo conozca a esas supuestas víctimas del padre Chus. Ahora parece ser que no eran tan menores, y no se entiende que una persona pueda provocar abusos tan prolongados en el tiempo sobre alguien que acude a su encuentro libremente. Igual que Chus, yo espero claridad, y espero que psicólogos y trabajadores sociales sepan discernir cuáles son los daños psicológicos de las supuestas víctimas y de dónde proceden, ¿de qué parte de su entorno o de su condición psicológica? Y sí, es muy posible que yo conozca a los hijos de esta señora, pero también es muy improbable que sea capaz de reconocerlos, y es muy posible que sus hijos no estén centrados, porque en las múltiples horas que he pasado en mi vida con Chus he visto cómo se acercaban hasta él cientos, muchos cientos de personas en los 25 años que llevo siendo su amigo, cientos de personas descentradas, desequilibradas, desquiciadas, destrozadas, abandonadas, putas, chaperos, yonquis, arruinados, pobres hasta la miseria, personas malolientes, ladrones, expulsados, huidos de la justicia, expresidiarios, gentes de todo el planeta, extranjeros indigentes, miserables de toda condición venidos de todas partes después de verse aborrecidos de sus familias, de sus casas, de instituciones sociales y en muchos casos después de haber recibido un portazo de la Iglesia.

No sé lo que hace Chus las veinticuatro horas del día, pero jamás en estos años a su lado le he visto ningún rastro de maldad ni voluntad de dañar a nadie, jamás le he visto apartar a nadie de su familia. Y he visto el milagro, he visto cómo muchas de esas personas volvían a la vida y cuando la vida les volvía a descentrar sabían dónde encontrar ayuda y por eso volvían a Chus. ¿Quién es el imbécil que vuelve a un sitio donde le hacen daño cuando nada le amarra? Yo también quiero justicia, aquí en la Tierra: donde quiero vivir. Que nadie me espere en el Cielo. Yo espero pecar todos los días que la naturaleza me lo permita contra el sexto mandamiento. Cumpliré puntualmente.

Estoy casi seguro de que ustedes hoy, como miembros de la asociación de antiguos alumnos de su colegio, se ven en el compromiso de quitar honores al padre Chus. Confío en que al retirar esos honores sean plenamente conscientes de quién es la persona a la que se le retiran, cuál es su trayectoria vital y que con esos honores institucionales calibren la medida en que es oportuno para cada uno de ustedes quitar la simpatía, el cariño y la amistad de una vida.

Esto acaba de empezar.

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