Sobre perros en la Losa o de cómo hacemos perder el tiempo a la justicia
Hace unos días, en un artículo firmado por David González (LA NUEVA ESPAÑA, 23 de agosto) se hacía alusión a las agresiones provocadas por perros sueltos en La Losa, en Oviedo, y se recogía fundamentalmente la versión de una de las damnificadas aludiendo a la agresión sufrida por su perrita y su posterior denuncia.
Como familiar de la persona denunciada me sorprende que un trabajo periodístico, fundamente su argumentación en el testimonio de una persona que se autoconsidera damnificada pero a la que el juez, en primera instancia, no le ha dado la razón. Como mínimo, el autor, que alude a un caso concreto y específico de agresión entre perros, debía haber escuchado a la otra parte porque una vez absuelta por el juez, esta persona, que era además una de las promotoras en la recogida de firmas contra la presencia de perros sueltos, tenía argumentos más sólidos y así lo ha considerado el juez, que la parte condenada a la que el autor del artículo cree a pie juntillas.
El hecho de reproducir la opinión de una señora diciendo que vamos a terminar tomándonos la justicia por nuestra mano porque el juez no le ha dado la razón es muy grave, y en un estado que se supone de derecho, intolerable.
Oviedo y la justicia tienen otros problemas muchísimo más graves que la de perder el tiempo escuchando y leyendo la pataleta de una señora cuya perrita se vio envuelta en una riña habitual entre perros cuando están cerca aún hallándose atados, y un consejo para la señora de la pataleta: relájese, venda o cambie su perrita por un hermoso gato. No tendrá necesidad de sacarlo de paseo, son mucho más limpios y ecológicos y hasta sus maullidos y ronroneos quizá relajen la mala leche que destila y que el autor de ese artículo ha sabido perfectamente recoger en su crónica.
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