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Benidorm, patrimonio de la Humanidad

11 de Junio del 2015 - Faustino Busto Pisón (Oviedo)

Son las ocho de la mañana y escribo estas notas desde la terraza del séptimo piso, observando en todo su esplendor el puerto y la bahía de Benidorm.

Soy consciente de que lo que escribo a alguna gente le resultará horripilante, pero yo escribo para la gente encantadora. No podemos comparar Benidorm con las grandes obras Patrimonio de la Humanidad, pero sí es cierto que es nuestro Miami, creado para el ocio de toda la humanidad. Antiguamente los asturianos íbamos a secar a la era de León; hoy nos bañamos en el mar de Benidorm.

Existen dos Benidorm, uno que abarca hasta mediados de junio y otro de verano; el segundo es una ciudad ruidosa llena de jóvenes en busca de diversión, con unas playas atestadas de gente y mucho calor; el primero es más sosegado, más traquilo, con gente mayor que viene a la ciudad a pasarlo bien y a hacer lo que no hace en sus pueblos.

Tengo por costumbre pasear por las mañanas, recorro el paseo de la playa, mucha gente tomado el sol, eso sí, como quieren, señoras de 60, 70 o más en bikini o monobikini, más allá un grupo haciendo taichi a la española, más gente tomado el sol, otro grupo de taichi, después un grupo cantando habaneras, más gente tomado el sol, más taichi y música para bailar tangos o pasadobles en la playa, todo ello sorteado por el paseo de multitud de mini-biscooters, Benidorm es la ciudad del mini-biscooter, bien por necesidad o sobre todo por comodidad, los hay individuales o dobles para ir en pareja: parán, se baján y se toman una cerveza en la terraza de cualquier bar, lo único triste es la música de Lila Downs que suena en mi mp3.

Esta ciudad ha creado el paraíso para las mujeres, sol, hoteles y compras, muchas compras, incluso con dos supermercadillos a la semana, y para aquellos que quieran vestir sus mejore galas por la noche, baile en los hoteles; como oí, estando en la playa: "Mi chaqueta blazier, un poco de Varón Dandi y a bailar".

Aquí la gente del Imserso vuelve a la juventud, qué digo juventud, infancia, donde la única premisa es pasarselo bien. Los extranjeros, según la prensa, son más felices en sus países que los españoles, pero una vez que vienen quieren quedarse... así, hay hasta una calle que llaman de los Ingleses, donde todos los bares son ingleses; en contrapunto, también cuenta con una "calle del Coño": no se llama así, pero como todo el mundo pasa por ella, pues, ¡coño, fulano, ya estás aquí!, ¡coño, mengano, ¿cuándo llegaste?

También cuenta con un Benidorm transgresor, con sus clubs y bares adornados con su bandera multicolor.

De noche Benidorm se viste para cenar o irse a tomar tapas, o simplemente para ver y ser vistos, puede ser de Oviedo o San Sebastián.

A las afueras de Benidorm hay una cruz sobre un monte que domina la ciudad, en ella multitud de chapas y fotos en todos los idiomas que dicen "fue feliz los últimos años", "aquí pasó los mejores años", etcétera.

En fin, como me decía un célebre traumatólogo ovetense, una vez que lo visitó, "cuánto mejor verlos aquí disfrutando que verlos en la consulta con sus achaques".

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