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Jovita, descansa en paz

9 de Septiembre del 2009 - Lucía Sanjurjo (Cangas del Narcea)

Con fecha de 05-09-2009 sale publicado en LA NUEVA ESPAÑA un artículo titulado «Nadie se acordó de Jovita».

Después de leer y releer la noticia, tanto mi hermano como yo, que somos sus hijos, nos sentimos totalmente indignados con la forma en que se trata el tema en dicho artículo, dando a entender que a pesar de tener hijos y familia nadie se acordó de ella.

Cuando pensamos que una noticia informa, hay que pensar que además es interpretada. Normalmente estamos acostumbrados a leer en la prensa noticias sensacionalistas y que no atienden a sentimientos ni a razones, pero lo que no nos imaginábamos es que al levantarnos al día siguiente del entierro de mi madre íbamos a recibir otro golpe más, saliendo en el periódico una noticia que en vez de informar sobre el hecho trágico en sí, sobre todo para nosotros, se ve reflejada con claridad, tanto en el título como a lo largo del texto, una opinión o interpretación al igual que algunos detalles no veraces sobre la historia y que se alejan de la realidad. El hecho de que en ningún momento hubo un intento de ponerse en contacto con nosotros para poder facilitar los datos necesarios o confirmar los que ya se tenían nos causa una gran indignación, y para poder aclarar dichos errores paso a explicar la realidad de la historia:

Nuestra madre era una mujer que tenía un estilo de vida poco convencional. Se separó de mi padre y siendo nosotros muy pequeños nos dejó al cuidado de mis abuelos paternos. Ella era una mujer muy independiente, le gustaba ir a su aire, sin dar ningún tipo de explicación de dónde andaba ni lo que hacía. Hoy podía estar en un sitio y mañana en otro distinto. Ella viviendo así era feliz y no hacia daño a nadie. Podíamos pasar tiempo sin saber de ella y no era raro porque ella lo quería así. Si bien es verdad que tenía un aspecto de fragilidad y problemas médicos, pero éstos llevaban presentes ya muchos años, lo cual no podía presagiar un final trágico prematuro en una persona que no había alcanzado aún los 50 años.

El día 7 de agosto hablé con ella por teléfono por última vez, y me contó que estaba bien y contenta, porque había alquilado un apartamento en Cangas del Narcea. Al final lo que iba a ser el principio de una estabilidad resultó ser el lugar donde murió.

El día que la encontraron muerta, miércoles 2 de septiembre, me avisan a las doce de la noche, estando mi hermano y yo en la cama. Imagínense la sensación que yo tuve en ese momento, creí que se me caía el mundo encima, creí que aquello no podía ser verdad; no sabía qué tenía que hacer ni por dónde empezar. Una vez que reaccionamos, tuvimos que solucionar todos los trámites del entierro, con todo lo que ello conlleva. Todo pudo ser finalmente resuelto gracias a la ayuda de la funeraria de Cangas del Narcea, la cual nos facilitó los trámites y a la que estaremos agradecidos siempre. Mi madre no tenía ningún tipo de seguro, así que como pudimos lo solucionamos. Pocas personas de su familia se ofrecieron para ayudarnos, pero sí que tengo que dar las gracias a mis amigos, los cuales nos mostraron un gran apoyo. Lo importante es que, gracias a Dios, mi madre fue enterrada donde quería, en su tierra, como decía ella, y rodeada de la gente a la que, a su manera, más quería, que éramos nosotros. Mi padre asistió también al funeral y, como dice él, «se murió lo que más quería en esta vida» a pesar de estar separados, para mi padre ella era lo más importante en su vida.

Así que tuvo la desgracia de morirse sola; es cierto, por su forma de vivir la vida murió sola, pero no abandonada como da a entender el artículo, era nuestra madre.

Por eso creo que deberían ser más serios cuando se escribe este tipo de sucesos, para evitar herir los sentimientos de las personas, que bastante tienen con sufrir la tragedia y la pérdida, y que de ésta manera corren el riesgo de convertirse en emborronadores de papeles.

Lucía Sanjurjo, hija de Jovita

Cangas del Narcea

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