Lo que se creen los españoles
No se sabe por qué, todos los gobiernos españoles, no importa del color que sean, nos quieren hacer creer que somos un país moderno, innovador y superdesarrollado, y yo creo que todo es un deseo y un sueño por parte del Gobierno que sea. Hace unos días –y esto no me lo invento yo, lo ha publicado la prensa– se dijo que España ocupaba el número diecinueve de los veintiocho países de los que componen la Unión Europea, como innovador, empezando por la Seguridad Social, que los hay que se creen que es una de las mejores del mundo, y nos lo están inculcando continuamente, y el caso es que muchos se lo creen.
Todo esto que escribo proviene por la negativa de la empresa de autobuses Emtusa de Gijón, a una señora muy mayor y bastante delicada que suba a un autobús con un cochecito en el que, en vez de portar un niño, lleva un perrito que está bastante imposibilitado. A esta señora, lo mismo que a todos los que tenemos un perro, cuando tenemos que salir de casa con cuenta de dejarlo en el domicilio, éste se nos queda mirando como si fuera un bebé, con un ojos de tristeza que a quien ame a los animales le parten el corazón. Por eso quiero hacer ver a los españoles que en este tema estamos atrasadísimos.
Ya quisieran muchos conocer cómo se aborda este asunto en muchos países europeos. En los que yo conozco los perros se suben en los taxis con su dueño sin ningún problema; también suben en los tranvías, metro, autobuses; y es más: yo he visto que cuando uno se sienta en una terraza para beber algo, el camarero/a que va a servir a uno también piensa en el perro (esto ya es por sensibilidad de la persona o que se está “trabajando” la propina) y también le lleva agua para él.
Por eso pienso que estamos algo atrasados en muchas cosas, en comparación de otros países.
Me ha pasado una anécdota en París: estaba yo en un café y entra un grupo de españoles haciendo bastante ruido. Una señorita camarera se dirige a ellos para preguntarles qué deseaban, pero ellos no la entendían, ni ella tampoco a ellos. Entonces se armó folclore y, la verdad, yo estaba algo avergonzado. Me dirijo a ellos ofreciéndoles mi ayuda con lo poco que yo dominaba el idioma y me contestaron violentamente que no necesitaban de mí para nada, que por coj... ella tenía que entenderlos. Y casos muy similares a estos he visto muchos en mi vida.
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