La comunión de la Princesa de Asturias
Al comienzo de los años setenta, uno de los temas centrales de las ciencias sociales fue el de la igualdad: todo el mundo empezó a discutir con frecuencia sobre el asunto, tema que partía de una obra central de la filosofía moral y política del pasado siglo. Estábamos en ésas cuando los reyes don Felipe y doña Letizia, en el intento de que sus hijas lleven una vida digamos “normal”, han decidido que Leonor de Borbón haga su primera comunión junto con sus compañeras de clase y no en ceremonia exclusiva como hace cuarenta años lo hiciera el hoy Rey Felipe VI. No fue la Zarzuela el lugar elegido, ni la fecha el 30 de mayo que era la escogida por la festividad de San Fernando, rey español que llegó a ser santo. La parroquia de la Asunción de Caravaca acogió este punto de encuentro vinculante con el cristianismo, con la religión católica, en presencia de sus padres y vestida de uniforme escolar, de colegiala que viste a diario, con el fin de que todas vistieran de igual modo, ocupando don Felipe y doña Letizia la segunda bancada, pues quisieron que su hija fuera una más en todos los alumnos que recibieron ese día su primera Comunión.
No cabe sino celebrar la celeridad de un cambio de estilo, de don Felipe VI, en un tiempo que se acerca al año en el cargo, intentando adaptar el protocolo de la ida oficial a su manera de entender una monarquía del siglo XXI. Prueba de ello y del cambio de estilo en una tradición monárquica española es que don Felipe haya bajado los 72 escalones del Palacio Real para recibir al presidente italiano hace pocos días.
Quisiera felicitar desde este espacio en LA NUEVA ESPAÑA a los Reyes por su valentía en el hecho que identifica a la Familia Real con una sociedad que es mayoritaria, y a la niña Leonor, Princesa de Asturias, la heredera del trono y futura reina y jefa del Estado, que haciendo su primera comunión sin vestido de organdí, ni de pequeña novia o princesa, con el uniforme del colegio que viste a diario, junto a sus compañeras de centro, asiente en la sociedad una institución como la corona y dé el salto a una nueva era en los privilegios y excepciones que nos diferencian que sólo nos igualan si aceptamos las diferencias que nos separan.
El liderazgo de los Reyes, don Felipe y doña Letizia, como el del Papa Francisco, se ha convertido, como su misma palabra indica, en privilegiados pontífices de la buena imagen pública en la sociedad.
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