God Save the Queen
Dios salve a la reina, cantaban los Sex Pistols desde un barco en el río Támesis, ya que el poder había prohibido que ese himno pudiera ser tocado, reproducido o tarareado en suelo británico. Parece ser que los punks tienen un don para el pensamiento lateral, seguir brotando entre las grietas del sistema de la gente de bien. Ayer sin ir más lejos la liaron parda en el Fontán, puñaladas mediante; en un incidente dantesco que empezó siendo Reservoir Dogs, luego fue Cops y finalmente CSI, todo ello en un espacio de una hora.
"Welcome to the jungle", "bienvenidos a la jungla"; cantaba Axl Rose que la verdad también tiene un poco de reina. Era previsible que al charco de sangre le siguiera un río de tinta y hoy, en la ciudad provinciana, aislada y pueblerina que es Vetusta (me perdóne Clarín por la licencia); todos hablan de la Reina y generalmente no muy bien. "Marginales", "subhumanos", "yonkis", "mariconas" y otros peyorativos impropios de la prensa escrita. Se dice que la Reina y su corte molestan. Que los vecinos del Fontán están hasta el gorro de que te pidan la vuelta en el supermercado. Que estén en la esquina de Juan Botas y Magdalena bebiendo un litro y discutiendo a viva voz sus dramas. Vuelven los 80 de la mano de Eloy de la Iglesia.
Habla un vecino del Fontán. Vecino de siempre, de cuando el barrio era peligroso de verdad; pero eso ya es otra historia. Veo a la Reina y a sus caballeros cuando cruzo el Campillín, cuando voy al súper y cuando me tomo un café en el bar de enfrente. Me pide un euro, sí. E independientemente que le dé o no le dé me responde con una sonrisa, la misma sonrisa. Cuando le paso uno o dos euros también le estampo dos besos. Uno en cada mejilla. Muac. Muac. Me parece un personaje único, la sal de la tierra; sacada de una novela de Kerouac o de una letra de Los Chikos del Maíz. Yonki, transexual e indigente; para mí siempre representada por aquella vez que entró en el centro de estudios de Campomanes en Navidad a donar juguetes para la campaña del ayuntamiento. Un personaje de la vida. Quién la llame marginal se equivoca terriblemente en ver el problema. El problema es que vivimos en una sociedad que tira a la gente al suelo y luego la barre bajo la alfombra pretendiendo que no existe. Vuelven los 80, pero porque vuelven la Tatcher, Reagan, Pinochet, Espinete y el tecnopop en forma de recortes, ajustes, corrupción y deuda. Viva el vino
Así que siga, llame marginales a aquellos a los que la bestia ya alcanzó. Emprenda. Endéudese. Son unos marginales. Son unos marginales. Repita hasta que el marginal sea usted. Una vez allí me temo que ya nadie podrá hacer nada.
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