Los pactos del cambio
Si nos creemos las encuestas y sondeos más rigurosos, parece que la mayoría de los ciudadanos apuesta por acuerdos o pactos que propicien el cambio en la forma de hacer política.
Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid. Según Metroscopia, un 58 por ciento de los votantes de Ciudadanos quiere que no gobierne el PP en su comunidad, para que se produzca el cambio político.
Indudablemente, la problemática que se está planteando estos días y semanas es la relativa al acierto o desacierto de las formaciones políticas en el cierre de sus acuerdos poselectorales con vistas a la conformación de gobiernos municipales y autonómicos estables.
Entre los partidarios del PSOE y de Podemos, según dicen los sondeos, existe división de opiniones, casi al 50 por ciento, sobre el partido más beneficiado por los posibles acuerdos.
Por tanto, parece claro que la interpretación de la voluntad mayoritaria de los votantes de cada partido, en relación con las condiciones de lo pactado, no es sencilla, por lo ya expuesto.
De todos modos, lo que sí dicen los datos de las encuestas es que un 61 por ciento de los consultados afirma que sería positivo que los partidos cedieran, en parte de sus propuestas, para alcanzar acuerdos. Y esto demostraría madurez y sentido de la responsabilidad.
Pero lo difícil es saber hasta qué punto deben ceder en sus planteamientos las formaciones políticas en sus negociaciones. Ya que esto puede ser objeto de innumerables análisis y valoraciones.
Y el conocimiento público de los detalles de las conversaciones políticas y de la justificación de los acuerdos logrados quizá no sea suficientemente explicado a la ciudadanía, por distintas causas. O no trascienda, de modo amplio y extenso, a todos los ciudadanos.
Y esto puede provocar que en las elecciones generales de este año los votantes consideren que los políticos de los diversos partidos están mostrando una actitud demasiado recelosa y precavida respecto a los pactos, y castiguen estos comportamientos, de distinta manera.
Aunque si los partidos se preocupan demasiado por la reacción pública ante sus acuerdos, se equivocan, porque no es algo que se pueda predecir exactamente, ya que también influyen otras muchas cuestiones en el apoyo que reciben.
Únicamente un 22 por ciento de los encuestados considera que los acuerdos deben ser con los mismos partidos en todas partes. Lo que significa que la mayoría quiere libertad de acordar y pactar de unas formaciones con otras.
Parece deducirse de los resultados de este sondeo que si Ciudadanos permite que Susana Díaz sea investida presidenta de Andalucía, no habría castigo por parte de los votantes al citado partido emergente. Pero esto, a mi juicio, es difícil de saber, porque influyen más factores y elementos en la decisión de voto en las próximas elecciones generales. Además, lo que suceda en los meses que quedan puede cambiar, considerablemente, la orientación de los votos.
Lo que es indudable, en mi opinión, es que el caso de los ERE y otro caso reciente hacen cada vez más complicado el pacto para la investidura en Andalucía de un Gobierno socialista. Quizá la celebración de nuevas elecciones autonómicas sería lo más plausible.
En cualquier caso, es cierto que la diversificación de la política de los partidos ya es un hecho incuestionable. Y las formaciones deben aprender a ser más hábiles negociando, llegando a acuerdos para el logro de una coherente gobernabilidad. De esta manera, se procura asegurar el bien común y se defiende el interés general. Y esto ya sería el inicio del cambio.
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