Gratitud...

9 de Diciembre del 2008 - Heradio González Cano (Oviedo)

Ciertas veces en la vida a muchos nos ha tocado agraciar ciertos hechos, detalles, actuaciones, que por elemental cortesía solemos manifestar, con un simple saludo, una sonrisa o en recíproca parecida actitud, sea con un desconocido, vieja o nueva amistad. Y en ese poliedro humano que lleva en su armario cada quien, que de manera insospechada se nos presenta, tal nuestro caso, donde no encontramos las palabras exactas de agradecer. Y así, después de sopesada, meditada reflexión, después de haber estado durante nueve días (Novenario, gracias a Dios, no mortal) a los pies o enfaldos del Naranco en su confortable hospital, bien ha de servir, espero, la presente escritura de desahogo sentimental, quedando solamente con nuestra intención, acaso una sencilla prolusión... No es para menos, pues cuando nos hallamos panza arriba, teniendo como único «horizonte» el techo blanco de la habitación, tanto en la espera, como después de quirúrgica intervención, tendido en una cama de sábanas albas, con el culo al aire, el cuerpo «cubierto» con una simple bata azul, los que en la vida y múltiples circunstancias en inesperado vivir, tanto en la guerra (la mía, nicaragüense sandinista) como en esta asturiana paz, nos percibimos que al fin y al cabo, nada somos; la soberbia, los egoísmos, las envidias, los pecados capitales cristianos, pierden en la soledad ese «mal ser»... Y se nos queda vacío el cerebro de tanto noche y día meditar; aunque después en ese hoyo negro, como un relámpago, nos aparece una luz, tal el caso, ¿no sé por qué?... brillan unos versos incandescentes de Raúl Berzosa Martínez, religioso genial, valga antes de proemio: «... se descubre la miseria personal y la grandeza de la gracia, porque donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.... ''Bendito el Creador, / el Dios del Big-bang''...».

Ahora, la gratitud... Gracias a los apreciables doctores José Manuel pello, doña Pilar Castro del Río, e Izquierdo, incuestionables discípulos de Hipócrates y Galeno por su alta profesionalidad; a auxiliares, enfermeras que se desvelan en atención, así como el personal en general, desde la informante portería frente a la sala de admisión que inaugurará cierto día el político y jurista Sergio Marqués; lugar de recepción donde calladamente se aguarda para después los enfermos a las habitaciones subir del limpio y agradable hospital. Se agradece, cómo no, a los visitantes que sin medir distancia ni calcular tiempo (algunos enterados por no sé quién), por arroparnos y alentarnos ante la adversidad; omitir iba sus nombres, pero consideramos que es justo en sincera consideración en la amistad, empezando pro el buen amigo traumatólogo, langreano de pro, doctor José María Fernández y su querido padre Chema, popular presidente del famoso Descenso Internacional Alto Nalón que en este año XXXVIII aniversario acaba de cumplir; Joaquín Arias, políglota empresarial, junto con su bella esposa Patricia Genie, mi coterránea, como Adalú, pedagoga, madre de Arlen, ingeniera, y Roberto; doctor Luis Játiva García, sabio analista, prolijo escritor de interesantes libros, como «Ifni Cafard»; mi apreciado colega y superior amigo Tomás Corrada González, junto con el erudito viajero, donde Julián Ruiz; José Antonio Coppen, escritor y aeda, gloria de Lugones donde nació, como igual Rafael Rodríguez, político de pro; el gran Ceferino, ingeniero, cangués del Narcea «umbroso / de profundos valles», como mis versos rezan de los «Ríos asturianos», con señorío en la calle Manuel Pedregal, igual que en la de San Bernabé, que la magistral pluma de Gracia Noriega historea en LA NUEVA ESPAÑA, igualmente que las entrañables del Oviedo antiguo, donde a más de ocho lustros, en las bohemias de Mon, en El Gato negro, servidor escanciara un culín de sidra por primera vez; José Luis García Bigoles, brillante profesional, director de Asturias Social; procurador Rafael Alberto Díaz-Faes, lavianés buena persona, cordial, igualmente que Carlos Cuesta y Calleja, periodistas, presidente de APET; mi caro amigo César Álvarez, expresidente de la misma entidad y principal de la «peña» cultural Laderica, su diligente promotor; empresario amistoso del terruño de Badajoz, Juan Corcobado y Plans; maestro fotógrafo de «antidiluviana» amistad, presidente de FAPEA, José Manuel Nebot, que como su querida y culta hija Ana, magnífico cantor; ingeniero Vicente Colomar Cerrada, de la antigua Rusaddir, Melilla, de su historia diligente investigador y narrador; reverendo padre Salvador que con cristianos saludos nos deseara feliz recuperación... Sí, perpetua gratitud a quienes dejaron grabados sus nombres en el contestador telefónico en más de treinta, ocupándose de nuestra salud, incluso ofreciendo «plata»; sobresaliendo entre ellos el «excelentísimo» así lo llamamos con cariño, al autor de la «tacita de café», de lectura tan famosa como su propia persona, Félix Richard, amigo a carta cabal; igual que el «ilustrísimo», orgullo de Pravia, escritor fecundo, genial, también leidísimo en LA NUEVA ESPAÑA, como sus libros escritos, Pepe Monteserín. A mi amada esposa, carbayona, María del Carmen Saucedo, siempre toda ella al pie del cañón, cuidando con desvelo y esmero que no se le vaya a la estrella «richardiana» (nuestro destino al fin), su indio americano que hace 45 primaveras en la histórica iglesia de San Juan el Real, desposándose, le entregó su corazón... ¡Besos! Besos y abrazos extensivos para aquellos que me han dado, como una mano abierta, limpia, tibia, el alto honor de su sincera amistad, en vida, como así debe ser, y a un hijo honrable que a las Asturias llegará desde la tierra del Cid, tratando y queriendo a sus gentes, enamorado asimismo de sus ríos, selvas, cumbres de arrobantes parajes que parece que día y noche besan, entre orbayu, bruma y sol, el piélago del mar..., doctor, médico-psiquiatra, escritor prestigioso, poeta silencioso, José Luis Mediavilla y Ruiz.

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