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Mi abuelo y su locura por el Real Oviedo

13 de Junio del 2015 - Carmen Zuazua Fernández (Oviedo)

31 de mayo de 2015. Hacía tiempo que no aparecías por mi mente de manera tan mágica y especial. Hacía tiempo que no recordaba tu voz sin hacer un gran esfuerzo, pero sobre todo hacía tiempo que no te echaba tanto de menos.

Pasadas las siete de la tarde, el Real Oviedo metía bajo los palos de la portería del estadio gaditano el gol que nos llevaría de vuelta al fútbol profesional, el gol que marcaría un antes y un después en nuestra historia. Ese tanto que tras trece años de mala racha nos haría resurgir de nuestras cenizas como el Ave Fénix al que tantas veces nos hemos comparado. Todos soñábamos con esa victoria, pero sabíamos que sería complicada, que necesitaríamos que muchos factores se pusieran de nuestro lado. Nos hacía falta un poco de suerte como recompensa a todo lo que habíamos sufrido en años anteriores.

Minutos antes del gol comenzó a llover en la capital del Principado de Asturias, lo vi como una mala señal, me puse en lo peor. Pensé que ni el cielo estaba de nuestro lado y me decepcioné, lo di por perdido, pero minutos más tarde volví la vista de nuevo hacia la ventana y recordé algo muy importante; desde que tengo uso de razón el Real Oviedo siempre ha estado luchando, ha tenido que salir de innumerables situaciones bastante críticas. Por decirlo de alguna manera: siempre ha estado en medio de una tormenta. Lo he visto en Tercera División, bajar y ascender. He vivido en persona cómo luchaba por sobrevivir a una situación que parecía imposible de solucionar, su desaparición en 2012. A fin de cuentas, el Oviedo nunca ha gozado de calma, seguridad y estabilidad durante la última década. ¿Por qué iba a ser este último domingo de mayo diferente? Nosotros, los seguidores del Real Oviedo, estamos hechos de otra pasta; algunos nos toman por locos pero es lo que hay, y estamos orgullosos; nosotros no abandonamos, seguimos ahí en las buenas pero, sobre todo, en las malas. Somos una gran familia, disfrutamos y también nos decepcionamos, pero siempre juntos. Para mí ese cielo gris significó el final de una etapa en la vida del club, el último día gris.

Cuando David Fernández marcó el tanto de la victoria en la segunda parte del encuentro mi corazón amenazó con salir del pecho. Miré al cielo y di gracias mientras me emocionaba al recodarlo. Estoy segura de que desde algún rincón del firmamento mi abuelo nos estaba enviando fuerzas en este día tan significativo para toda su querida familia.

Abuelo, gracias a ti puedo vivir con pasión mi amor hacia el Real Oviedo. Es cierto que sufrimos, mucho, pero también disfrutamos de sus victorias, logros y ascensos. Todos los que tuvimos la suerte de conocerte sabíamos de tu locura por el Oviedín. Tú le transmitiste el sentimiento a tus hijos y ellos a nosotras. Ojalá siguieses aquí, a nuestro lado; ojalá hubiera sido más consciente de la suerte que tuve al tener a una persona como tú tan cerca. Ahora, y a medida que va pasando el tiempo, comienzo a comprender el significado de la frase que dice: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” y tras ocho años sigo arrepintiéndome de todos esos días en los que prefería quedarme viendo la tele antes de ir a darte un beso cuando estabas a punto de salir por la puerta de casa; pero te aseguro que tampoco olvidaré ni una sola Navidad que hayamos compartido.

Junto al Real Oviedo era lo que más te gustaba, recuerdo muy bien que siempre nos las ingeniábamos para mezclar ambas pasiones. Todas las cenas de Navidad acababan con canciones y bailes del Oviedo que hasta tú cantabas.

Me duele en el alma que no hayas podido disfrutar de este ascenso con el cual habías soñado tantas veces. Por todo lo que sufriste por el Oviedo, te merecías verlo salir de una vez por todas del pozo dónde se encontraba cuando te fuiste.

Gracias

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