Mi amigo Antonio Álvarez
Conocí a Antonio Álvarez hace casi seis años, cuando aterrizó en Oviedo, después de más cuarenta años fuera, dedicado a la empresa turística. Antonio venía a cerrar ese círculo de amigos que formaban Armando, Manolo Arregui, René, Ramón, y un servidor, al que también se incorporaría Jesús, conocido por todos nosotros como el matemático. A medida que se van cumpliendo muchos años, más de setenta, dicen estos amigos que a uno le pueden pasar dos cosas tristísimas: “que quiera vivir como un jovenzuelo, o que viva como si estuviera muerto. Aunque también puede puede pasarle una cosa estupenda: asumir la segunda etapa de la vida con la misma ilusión que la primera”.
Antonio, que es la afabilidad, la modestia, la bonhomía, yo creo que vive esta segunda etapa de la vida con la ilusión de la primera. Y se nota en sus amistosas conversaciones, que para él el atardecer de la vida es tan importante como el amanecer o como el mediodía, aunque haya decaído un poco la fuerza juvenil. Y es que para el sol todas las horas tienen su gozo; por eso, hora a hora, cumple su tarea. Y así sucede también en la vida de cualquier hombre, que al final uno puede estar “como muerto” o puede seguir repartiendo rayos de luz hasta el último momento.
Su vida se ha desarrollado en Ibiza, ligada a la dirección en el mundo del turismo, pues no en vano es un excelente jurista. Un día, como todo hijo de vecino, después de cuarenta años de labor profesional, tuvo que jubilarse y sintió la llamada de su segunda patria, que es Oviedo, y aquí se vino; pues quería estar al lado de su hermana Amelia, y de sus sobrinas. Y, sin torcer el gesto, cambió su vida de persona importante de Ibiza y volvió a la vida oculta de una persona normal de provincias.
Sinceramente, Antonio no necesita cámaras, fotos ni páginas de periódico para demostrar que es una gran persona y un buen amigo. Pero nosotros, su quinteto de amigos estamos contentos en reconocer a este amigo entrañable y culto, hoy que celebra su santo. Y es que cuando la bondad, la sencillez, la cercanía se comparten con los amigos, nunca se mueren. Contagian. Y Antonio ha contribuido a “hacer una familia de amigos”, por su mesura, dedicación y amabilidad. Así es Antonio: sencillo, humilde, creyente, amigo, maragato. Adorable.
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