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¿Por qué apartamos a nuestros mayores?

14 de Septiembre del 2009 - José Viñas García (Oviedo)

Faltan dos leyes que añadirían sensibilidad y justificación a nuestra existencia, aportando valores ya perdidos en nuestra sociedad actual. Una ley de educación bien consensuada y una ley en defensa de las personas mayores.

Tenemos leyes de todo tipo, necesarias y otras no tanto, pero la de educación y defensa de nuestros mayores suplirían y harían eficaces a un grupo de ellas que nada aportaron, como son: ley de Igualdad, ley de Dependencia, ley del Menor, ley en Defensa de los Animales, ley de Violencia de Género. ¿Qué solucionaron todas ellas?

La ley de Educación estaría dedicada a enseñar todos esos valores de los que ahora mismo carecen esos niños que defendemos de nenes, de no sé quién, para que no se conviertan en adolescentes y maduros agresores. La disciplina tiene que ser reforzada en esta ley, donde los profesores tengan la batuta sobre los hijos de papá, esos que fueron quitando potestad al profesor al mismo tiempo que criaron niñatos consentidos, que antes no respetaron al profesor y ahora no respetan ni a su padre. La disciplina es molesta, pero el día de mañana dará fruto en forma de personas con valores: honradas, humildes, sencillas, solidarias y, sobre todo, llenas de respeto. La ley del Menor llega a ser tan ridícula que una madre va a la cárcel por darle un cachete a su hijo. ¿Quién ama a ese niño más? Ese juez o esa madre o padre que le dan un cachete, pero que sin pensarlo una milésima de segundo darían su vida a cambio de ese hijo que, según el juez, maltratan por darle un beso palmareo. ¿Juez insensible, sabe dónde estará en dolor verdadero del cachete? En el corazón de su madre, no en el culete acariciado y reprendido por amor.

La ley en Defensa del Mayor. Cómo es posible que no nos enteremos que si Dios quiere todos llegaremos a ser mayores. ¿Nos gustaría que nos trataran y apartaran como lo hacemos nosotros ahora con ellos? Si no somos imbéciles, poco nos falta. Si hay leyes defendiendo animales, menores y medio ambiente, ¿cómo es posible que no exista una ley más consistente, necesaria y de justicia total, que defienda todos y cada uno de los derechos de las personas mayores?, donde su dignidad quede firmemente protegida, donde al igual que en la ley del Menor los padres son responsables hasta su mayoría de edad. En esta ley sean los hijos y, en su caso, la sociedad los responsables del cuidado de las personas que van disminuyendo su capacidad de valerse por sí mismas. No es posible apreciar a simple vista en cualquier ciudad que se pasean cientos de mascotas y muy poquitos llevan del brazo a sus abuelos. ¡Idiotas! Faltos de toda honra y agradecimiento para aquellos que nos dieron la vida, que la hubieran dado por nosotros y que ahora los desechamos en cementerios vivientes como son esas residencias de ancianos en espera de su muerte, para repartirnos rápidamente sus bienes manchados de insensibilidad y rapiña. Si no quieres cuidar a tus mayores, al menos ten la decencia de no aprovechar sus cosas, pedazo de sinrazón.

Hay que proteger a todas las personas, pero muy especialmente a las que sufren disminuciones y no pueden por sí mismas defenderse. Si existe un colectivo verdaderamente discriminado, vejado, humillado, estorbado, menospreciado, deshonrado, disminuido y maltratado, del cual todos nos tendríamos que avergonzar de no defender en ley sin tapujos, son las personas mayores, donde se acumulan disfunciones físicas y mentales en forma de desgaste físico y enfermedades propias de la edad, añadiendo las más dolorosas y amargas, las que afectan a su corazón y mente, al sentirse apartados y arrinconados por sus propios hijos y toda la sociedad, adivinando en sus ojos siempre tristes, que son conscientes que todos esperan su muerte lo antes posible. ¿Cómo no sentimos vergüenza ante el daño psíquico, anímico, emocional y espiritual que les hacemos a nuestros mayores cuando aprecian que nos estorban en vez de sentirse protegidos?

Un saludo a quienes saben honrar la vida, aquellos que de bien nacidos han sido agradecidos. A los demás, simplemente desearles anticipadamente el mismo destino que han ensayado en sus mayores. Aunque prefiero una ley que les enseñe a honrar la vida. Cómo podríamos fiarnos de quien es capaz de abandonar a padres y abuelos.

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