El esperpento de Gijón
Qué falta de respeto a los ciudadanos que el 24-M votaron por el cambio en la mayor urbe industrial de la comunidad, y sin más se encuentran que su deseo de cambio expresado mayoritariamente en las urnas no sirve para nada, pues los ínclitos políticos de la casta y no casta se olvidaron del mandato recibido por las cosas nimias del poder al querer todos el deseado bastón de mando. Qué patética imagen la de estos seudorrepresentantes de la izquierda que no son capaces de anteponer el bien del pueblo a sus intereses personales y partidistas, haciendo buenos a los partidos conservadores.
Cómo se estarán regodeando los políticos de esos partidos, ante la actuación de estos ineptos ególatras que no son capaces de llegar a un acuerdo exigido y –repito– votado mayoritariamente por los ciudadanos de Gijón.
Pero no se preocupen los privilegiados excelentísimos señores para los que la crisis que soporta el pueblo no existe, pues ni la sufrieron antes, ni la padecerán ahora; por fortuna el pueblo no olvida las afrentas y vamos a ver lo que queda de la casta y no casta en las cercanas elecciones generales.
Qué triste imagen hemos dado de nuestra querida ciudad al resto de Asturias y del país, donde sí se ha respetado la voluntad popular. Qué lección de Somos Oviedo, que supo renunciar a su pleno derecho a la Alcaldía por el bien de su ciudadanía: eso sí que es entender el mensaje de las urnas. Qué pena de mi Gijón, otrora adalid en la lucha por las conquistas sociales. ¿Qué hemos hecho los gijoneses para tener esta inefable clase política?
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