Contra natura
Cocinados los ingredientes aportados por los ciudadanos, en forma de votos, en los fogones políticos de todos los partidos en liza, con el objetivo de configurar las corporaciones municipales en los distintos ayuntamientos que, de forma tan generosa, se esparcen por todo el territorio español, ya ha llegado el momento de empezar a contar el tiempo para saber si se han pasado de sal o se han quedado cortos de pimienta. Veremos si la diversidad de la que algunos hacen gala, y no pocos esperanza, con la incorporación de dos nuevas fuerzas políticas al panorama nacional, se traduce o no en una mejora del control de partidos y personas y la tan esperada regeneración de la vida política, con la consiguiente mejora de la gestión de los recursos públicos, llega, o, por lo contrario, sólo se queda en más invitados a la mesa para consumir el mismo menú, a los que, por supuesto, tocará menos per cápita.
Los resultados, en algunos casos esperados y en otros sorprendentes, y no pocos contra natura, no hacen presagiar nada bueno. Puede que algunas corporaciones, por razón de su composición, se vayan a pasar más tiempo en discusiones para tratar de llevar cada grupo el agua a su molino, presentando cada logro a su electorado como un triunfo, que en su dedicación a la gestión propia de su competencia. La estabilidad de cada gobierno local, máxime en los que las fuerzas que sostienen al alcalde de turno sean diversas y débiles, se presume será un problema añadido y pesará sobre los regidores como espada de Damocles, que tendrán que hacer verdaderos equilibrios para no perder el bastón de mando, condicionando, de esa manera, su gestión.
En el caso particular de Oviedo, en la que se ha elegido un alcalde con sólo 5 concejales de los 27 que componen la corporación, que representan un respaldo en las urnas de sólo el 18,04% del electorado (tercera fuerza política), apoyado por otras dos fuerzas que cuentan con 6 y 3, respectivamente, dejando en la cuneta al candidato popular con 11 concejales (más del doble que el alcalde electo) y un respaldo del 34,51%, no parece que tenga lógica alguna y, sin duda, será un factor de distorsión para el buen gobierno del municipio. De momento, el candidato electo ya ha recibido la bendición mediante el acostumbrado abrazo (no podía ser menos) de su cualificado correligionario, anterior en el cargo, Antonio Masip. Por bendiciones que no quede. Ahora que ya podemos decir “alea iacta est”, tendremos que esperar a saber lo que nos depare el futuro. Seguro que el bueno y paciente Wenceslao (esto último probado después de haber venido intentando ser alcalde durante 36 años) pondrá de su parte todo lo necesario, otra cosa será que eso sea suficiente.
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