Carmen y Carmona
De lo ocurrido en Madrid, la verdad es que para mí no tiene la culpa la señora Carmena. Ella aprovechó la coyuntura de un Partido Socialista Madrileño que lleva ya un tiempo demasiado largo en clara descomposición.
El televisivo Carmona, fruto –cómo no– de todos los medios de comunicación, pasó de esa imagen de erudito de la política a ser un pardillo en manos de los “indignados”. Aprendió y acató la directrices de quien es su secretario general de desalojar del gobierno al PP en aquellos lugares donde fuera posible, aun aliándose con el “diablo”, si fuera necesario. Por tanto, si de listo e inteligente se las daba en “los platos”, ha perdido una oportunidad de oro para poder ser, si no el alcalde de la capital de España, algo más que un simple “bufón” que, además de dejarse en este acuerdo todo su crédito político, echa por tierra su crédito profesional de cara al mundo televisivo.
No han aprendido nada de sus homólogos en Andalucía, donde una mujer ha sabido, con paciencia y perseverancia, formar Gobierno sin que le cueste un “duro”; además de ganarse una buena dosis de prestigio dentro del Partido Socialista y sin dar una gota de “oxigeno” a los Podemos andaluces.
Todo lo contrario del también tertuliano Pedro Sánchez, que está haciendo bueno al nefasto Zapatero. Mientras tanto y no, Susana ha sabido “centrar” su partido y convertirse en una muy posible candidata a las próximas elecciones generales, con sólo haber sabido apartar de su “feudo” a los de la calle Ferraz.
Por ello, y volviendo a Madrid, auguro que Carmona no pasará a los anales de la historia política madrileña, pues no llega ni de lejos a la talla que tenía Barranco, que ya es decir. Se quedará como el autor necesario que colocó en la capital de España a una alcaldesa salida de las sentadas en la Puerta del Sol.
De todo ello, llego a la conclusión de que no hay una oposición, con visión de Estado, y eso no es bueno para la salud, económica y social de España, ni mucho menos para su prestigio y crédito internacional. La falta de seriedad y conocimiento de los nuevos “líderes” de la política española es un hecho. Han salido de “realities” y de las “tertulias”; y de ahí que hayan sabido aprovecharse de los medios de comunicación para vender un discurso de lo más demagogo y sectario aprovechando una crisis económica, que si en España fue más cruenta que en otros países, eso hay que cargárselo al “haber” de los socialistas; pues aunque en algo tenga culpa Rajoy, no la tiene en la nefasta gestión del paso de Zapatero por las “arcas del Estado”, las cuales dejó, no en la Champions, sino fuera de ella y fuera de los mercados. Por eso, hoy tenemos en la Villa y Corte una alcaldesa que si fuera de la extrema derecha sería lepenista. Lo que es ahora es más el otro extremo del círculo, que termina en el otro extremo, el de la izquierda más rancia y radical.
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