A la familia del fallecido empresario y benefactor langreano Rafael Velasco Cadenas
Dícese que "detrás de todo gran hombre está una gran mujer". En este caso puede afirmarse con rotundidad y resaltar el cometido de la esposa viuda de Rafael Velasco Cadenas, Teresa Montes, y sus hijos, Nieves y Falo.
El pasado día 19 falleció el langreano emprendedor por excelencia Rafael Velasco Cadenas, víctima de un cáncer que venía soportando desde hace 20 años.
Pese a ello, unido a su cualidad de empresario, construyó cientos de viviendas, por toda Asturias, adquiridas hasta por terceras generaciones, singular circunstancia fundamentada en su honradez empresarial, creando numerosos puestos de trabajo directos e indirectos y familias viviendo del trabajo aportado a las empresas constituidas por la firma Velasco-Cadenas-Montes. Falo, como cordialmente se le llamaba, fue, asimismo, importante benefactor, habiendo recibido diversas distinciones, reconocimiento de un pueblo que consideraba su valía como empresario y como persona.
Podría asegurarse que, como enseña de su actividad empresarial, edificó un magnífico hotel de cuatro estrellas, Langrehotel, y una residencia geriátrica, igualmente de primer orden, en su Langreo del alma. En los últimos años contó con la valiosa ayuda de sus hijos, Falo y Nieves.
Una frase de Rabindranath Tagore lo define perfectamente: "Bendito aquél cuyos éxitos no brillan más que su verdad".
Veinte años que duró el cáncer, delicadas intervenciones quirúrgicas aquí y allá, situaciones críticas, y treinta y más años que su afligida esposa, gran señora, Teresa, soportó con amor, mimo, desprendimiento y abnegación, infundiéndole fortaleza, con que llevar a efecto su curación ante todo y coadyuvar a hacer realidad sus sueños, sus proyectos al inquieto emprendedor, hombre de empresa que fue su marido.
Teresa, mujer discreta, vivió esos veinte años sufriendo en silencio, temiendo que tanta actividad acelerase el agotamiento de un cuerpo amenazado por el endemoniado cáncer.
Es evidente que el amor es fuente principal de energía cuando se pretende llevar un proyecto serio adelante. Falo lo tuvo a raudales. En su triunfo profesional contó con el apoyo incondicional de una mujer, a menudo en la sombra, Teresa, a quien, con amor, sin dejar de estar a su lado, se confió la sublime misión de regir otra gran y trascendente empresa: la familia.
Rafael, Falo, ha sido un gran señor y a su lado ha tenido una gran señora, Teresa, entregada a él y a los hijos a los que atendió, educó y formó para que fueran ayuda y soporte cuando el cáncer le inmovilizaba, o lo venciera, como desgraciadamente ocurrió. Hijos que adquirieron de ambos, sus padres, el apego al trabajo, el tesón y el esfuerzo, soportando con entereza, junto a su madre, el sufrimiento patente de la grave enfermedad.
Incontables han sido las condolencias, pésames y oraciones en el funeral, en una iglesia abarrotada y fuera de ella, rogando al Todopoderoso goce en su gloria del bien que hizo en este mundo. Teresa, te quedan tus queridos hijos y nietos, y el inolvidable recuerdo de tu amado marido. Vive con la serenidad de haber hecho cuanto has podido por hacerle feliz y con tus hijos haber formado una gran familia.
Langreanos del mundo ha solicitado del Ayuntamiento la concesión de una calle que perpetúe el nombre de Rafael Velasco Cadenas, iniciativa que cuenta con elevada adhesión de langreanos y personas e instituciones de otras latitudes. Merecida la tiene.
Arturo Arbesú García
Oviedo
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